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Saltadas las barreras históricas

Las mujeres prueban que pueden ganar a los hombres en los deportes sin enfrentamiento físico

El triunfo de Jutta Kleinschmidt en el Rally París-Dakar demuestra que la mujer puede ganar al hombre en los deportes en los que la confrontación física no es tan importante. Su retraso histórico, como en la sociedad, ha sido su mayor lastre. En cuanto salva las barreras sociológicas, políticas o económicas, que aún la maniatan, demuestra que las diferencias sólo las marca la fuerza muscular. La técnica y la habilidad también son decisivas.

La alemana Kleinschmidt no es el primer caso de conductora de élite. La francesa Michelle Mouton llegó a codearse con los grandes en el más selecto Mundial de rallies y fue subcampeona en 1982 tras ganar en Grecia, Portugal y Brasil. En 1981 venció en San Remo. Incluso dos mujeres, la italiana Lella Lombardi y la británica Divina Galica, estuvieron fugazmente, sin éxito, en la fórmula 1.

Tampoco tuvo fortuna la finlandesa Taru Rinne, que hace diez años participó en dos Mundiales de motociclismo en 125cc. Las motos son aún más exigentes físicamente para la mujer, pero esto no quita para que debute esta temporada en 250cc la alemana Katja Poengsen (Aprilia).

Los deportes de motor son modalidades con instrumento que permiten la igualdad. La vela, con la propulsión del viento, es otro. En la vela ligera olímpica hay clases mixtas, pero donde resulta más elocuente el potencial femenino es en las impresionantes regatas transoceánicas. La francesa Florence Arthaud ha sido una estrella entre hombres y en estos momentos la británica Ellen MacArthur va segunda en la Vuelta al Mundo para navegantes solitarios, sin escalas, recortando millas al líder, el francés Michel Desjoyeaux. MacArthur se ha jugado la vida entre icebergs y, después de 75 días en el mar, sube ya por el Atlántico en ruta hacia el puerto francés de Les Sables d'Olonne. Y entre los 14 supervivientes hay otra mujer, la francesa Catherine Chabaud, que va la séptima.

En la Regata del Milenio, con los enormes catamaranes fórmula 1 del mar, pero ya de tripulaciones múltiples (14 personas), sólo hay una mujer, la británica Helena Caputo-Novak. Es la esposa de uno de los patrones del Innovation Explorer, que va segundo, aún por aguas del Índico, tras 22 días de navegación.

La hípica es un tercer deporte significativo. También es mixto y en doma, donde el esfuerzo físico es menor que en los saltos o el concurso completo, los triunfos femeninos son ya mayoría.

El tiro sería otro ejemplo de posibilidades femeninas de éxito sobre los hombres, pero que ya no son factibles al haber suprimido la Federación Internacional las pruebas mixtas desde los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Pero en ellos ya demostró su calidad la china Zhang Shan, que ganó el skeet, una de las modalidades de tiro al plato, y se convirtió en la primera mujer campeona olímpica.

En el ajedrez es elocuente el caso de Judith Polgar, la superviviente de las tres hermanas húngaras, que se codea con los grandes desde hace años. Y, sin haber competición, la mujer también ha logrado hazañas en el montañismo: coronar el Everest o cumbres alpinas más cercanas, que no han conseguido muchos colegas, como ha hecho la francesa Catherine Destivelle

Cuando la fuerza manda

Cuestión diferente es la comparación en los deportes de equipo o en los grandes individuales en los que la fuerza manda. En los primeros, el mejor dato de que la superioridad masculina será imbatible lo puede dar el béisbol, que ni siquiera tiene símil femenino, sino una variante light, el softból. En los segundos, aunque la mujer se haya acercado en las marcas de atletismo o natación a las del hombre, la comparación entre los mejores sigue siendo sensible. Marion Jones está a un mundo de Maurice Greene; e Inge de Bruijn, de Pieter van der Hoogenband o Ian Thorpe. Y ello, además, sin contar con que muchas pruebas no son equiparables. Y no sólo en el atletismo, donde los pesos en los lanzamientos son menores, por ejemplo, sino en distancias también más cortas, como en el esquí. La gimnasia rítmica es sólo femenina y en la natación sincronizada sólo un aspirante estadounidense ha querido y quiere romper la regla. Por algo en la gimnasia artística femenina no hay aparatos de fuerza, como las anillas o el potro con aros. Y las paralelas o incluso la barra fija son más exigentes que las asimétricas.

En el tenis brillan Venus Wi-lliams, Martina Hingis o Lindsay Davenport e incluso han conseguido ganar más dinero que muchos hombres. Pero están en otra categoría y basta un dato. Cuando prima ya la potencia sobre el toque, los hombres sacan por encima de los 200 kilómetros por hora y ellas no. Venus lo hizo un día a 191,5, pero ya es valorable rondar sólo los 170.

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