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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Relato farmacéutico

Son las 11.30 y me dirijo a comprar una serie de medicamentos a la farmacia de guardia. Finalmente la encuentro y, tras largas explicaciones de la farmacéutica sobre qué gel íntimo debe llevarse para sus 'picores' la señora que me antecedía, si el rosa, el morado, el de litro, consigo 'ganar el mostrador' y, tras un amable 'y tú qué quieres', le doy el parte médico, con la correspondiente receta, y tras interrogarme sobre dónde se encuentra escrito dicho listado, vuelve a preguntarme sobre si quiero un medicamento de 10 o 20; a lo cual, tras mi ignorancia al respecto, soluciona de forma rápida y veloz afirmando 'de 20'.

Tras una larga espera e intercalaciones sobre los fuertes picores sufridos durante la noche a mi partenaire, saca las medicinas y me dice que son 6.715 pesetas, e inmediatamente le abono dicha cantidad y me da la bolsa con los medicamentos, pero a continuación me dice que lo cobrado no coincide con lo reflejado en el ordenador, que son 6.345, que le dé 30 pesetas más, y me devuelve 1.000.

Tras unos segundos de incredulidad por mi parte, la dependienta rectifica y, con aire tímido y dubitativo, susurra 'trescientas', a lo cual la señora del picor asevera categóricamente '¡trescientas!', con lo cual empiezo a desconfiar de dichas cuentas y pido el tique de compra, a lo cual mi 'amable manceba' (o al menos eso espero por el bien de la humanidad y de la profesión farmacéutica) me espeta que 'como no me lo has pedido, por eso no te lo he dado', a lo cual debo asentir cual borrego y callar, tras lo cual consigo tan preciado documento.

Al llegar al coche repaso que los medicamentos sean los recetados y que el precio coincida con lo marcado en el producto y descubro que uno de los productos, además de tener la etiqueta necesaria para las recetas de la Seguridad Social cortada y posteriormente pegada con celo, su importe es inferior en 700 pesetas a lo cobrado por mi adorada boticaria.

Vuelvo al establecimiento y tras escuchar detalladas y prolijas indicaciones sobre el medicamento a mi nuevo partenaire, le indico el error en el precio, a lo cual contesta: '¿Dónde está el error, a ver? Esto está perfectamente cobrado', a lo cual le respondo la disparidad de precio entre lo indicado en el tique con lo cobrado, a lo cual me responde: '¿Y es que tú no sabes que pueden haberme subido el medicamento?', a lo cual, tras mi cara de perplejidad absoluta, le contesto que a mí eso me da igual, y que yo pago lo que indica el producto, no más.

Me dice que '¿Cuánto quieres entonces que te cobre?', ante lo cual respondo que el precio marcado. A regañadientes acepta la devolución, y le indico la irregularidad de la etiqueta pegada con celo, a lo que me contesta que a otros clientes les da igual, pero que si quiero me da otro, aunque éste tendría el precio superior.

Le digo que sí, y vuelve sorpresivamente con que este nuevo producto también está marcado con el precio que indicaba mi anterior envase, y que no sabe dónde puede radicar el error, a lo cual le contesto, con aire detectivesco: 'Posiblemente hayas introducido mal el precio en el ordenador', ante lo cual no recibo respuesta.

Por fin, me entrega el nuevo producto, en forma regular, junto al resto, y la diferencia cobrada indebidamente de 700 pesetas. Vuelvo al coche y compruebo que no me ha devuelto el tique de compra; resignado, decido retomar a mi hogar para que mis queridos consigan reconfortar mi 'drama mañanero-dominguero'. Al llegar a casa hago la cuenta de los productos y cuál es mi sorpresa cuando también compruebo que la suma de los productos adquiridos también es errónea, y casualmente también superior a la debida; esta vez, y para que no rompa la trama, también en 700 pesetas.

Vuelvo a retornar al campo de batalla. Tras unos segundos de espera, consigo acceder al local y le indico que la suma también está mal realizada y que el tique no me lo ha devuelto, a lo cual me contesta: 'El tique lo tiré porque no me lo pediste; hagamos de nuevo la cuenta', tras lo cual comprueba que la suma también es errónea; decide devolverme otras 700 pesetas más, manteniendo su política de disculpas nunca, perdón jamás.

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