Un hospital: La Paz

Casi al final de la Segunda Guerra Mundial, los bombarderos aliados dejaban a Dresde devastada, con muchos miles de muertos. Que yo sepa, ningún historiador imparcial ha ofrecido esa destrucción horrorosa e innecesaria como prueba del comportamiento normal de las fuerzas aliadas durante los seis años de guerra.

Me dicen que sí, que hay momentos y hasta horas, cuando la sala de urgencias en La Paz está agobiada por una afluencia excesiva de accidentados y enfermos de todas las categorías.

No me extraña en absoluto. Supongo que es una situación normal para una sala de urgencias.

Hace unos diez años que mi hija mayor dio a luz en La Paz. Hace siete años que me Ilevaron a La Paz completamente paralizado, después de un accidente de coche. Hace seis años que extirparon un tumor a mi hija pequeña en La Paz.

Hace cuatro meses que ingresé en La Paz y me trataron de los bronquios. Y, por último, he pasado todo el mes de diciembre en La Paz, donde me han operado de un aneurisma.

Creo que toda esta experiencia puede aportar un conocimiento bastante objetivo de nuestro hospital La Paz. Todavía ni yo ni nadie de mi familia hemos visto ni hemos sufrido personalmente y absolutamente ninguna de las acusaciones denunciadas en la carta publicada en EL PAÍS del 9 de enero de 2001. En mi familia estamos todos sanos y agradecidos a La Paz.