Dimite el director de Ganadería a las 48 horas de entrar en el comité de crisis de las 'vacas locas'
La oposición cuestionó a Quintiliano Pérez Bonilla por sus intereses en el sector porcino
Cuarenta y ocho horas ha tardado en sufrir su primera crisis el comité de crisis creado el martes por el Gobierno para plantar cara a la enfermedad de las vacas locas. Quintiliano Pérez Bonilla, director general de Ganadería y secretario del Comité Especial sobre la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), que debe ayudar al vicepresidente Mariano Rajoy en el seguimiento de la enfermedad, presentó ayer la dimisión, que le fue aceptada inmediatamente. Pérez Bonilla, la primera víctima de la crisis en el Gobierno central -en Galicia ya dimitió el consejero de Ganadería-, es propietario de una granja de cerdos y de una fábrica de piensos, además de consejero de la empresa que arrojó cientos de vacas muertas a una mina abandonada en A Coruña.
La renuncia, ayer a media mañana, del director general de Ganadería del Ministerio de Agricultura, Quintiliano Pérez Bonilla, fue anunciada por el portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, tras el Consejo de Ministros habitual de los viernes. Cabanillas dijo que el ministro de Agricutlura, Arias Cañete, había aceptado la dimisión del alto cargo, aunque la investigación de oficio que abrió el pasado miércoles el citado ministerio sobre las actividades privadas del director general había concluido sin encontrar ninguna incompatibilidad y que, en el ejercicio de su cargo, Pérez Bonilla no ha tomado decisión alguna que haya beneficiado directamente a sus familiares. El Gobierno considera que es 'una persona absolutamente intachable y, además, agradece la dilatada labor que ha realizado en el desempeño de su cargo', remachó Cabanillas después de asegurar que se contará con Pérez Bonilla para cargos de responsabilidad 'en otras áreas'.
Pérez Bonilla, nombrado subdirecto general en 1991, había asegurado el pasado miércoles que las acusaciones formuladas por los medios de comunicación sobre sus intereses privados en sectores beneficiados por la crisis de las vacas locas obedecían 'a una operación política para intentar desgastar al Gobierno'. 'Lo que tendría que hacer la oposición es respaldar al Gobierno para que todos unidos solucionemos la crisis y tranquilicemos a los consumidores', dijo entonces.
Secretario del comité
El ya dimitido director general apeló incluso a cuestiones de 'ética y de estética' para mantenerse en el cargo. Su designación por el vicepresidente primero del Gobierno como secretario del comité de crisis creado el martes se interpretó, además, como un empeño del Ejecutivo por terminar con las especulaciones sobre sus actividades privadas, no obstante 'la investigación de oficio' que en ese momento se estaba iniciando en el Departamento de Agricultura. A pesar de que esa investigación liberó finalmente de sospechas al alto cargo, según el portavoz del Ejecutivo -lo que salvaba la cuestión ética-, ayer el Gobierno y el propio Pérez Bonilla soltaron lastre aceptando la necesidad -incluso la urgencia- de la dimisión y anunciándola a los medios de comunicación de la manera más solemne posible: en la conferencia de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Era la respuesta estética a la oposición y a los sectores ganaderos que habían criticado las actividades del director general y, sobre todo, su designación por el vicepresidente Rajoy como secretario del comité de crisis creado para coordinar las acciones contra la enfermedad de las vacas locas y sus derivaciones económicas y sanitarias.
Los responsables de prensa de Agricultura aseguraron ayer que el ya ex director general, que seguía en su despacho a media tarde, no haría declaraciones.
La justificación
Pérez Bonilla había explicado el miércoles que es su mujer, María Jesús Muñoz Bernal, 'empresaria agrícola de toda la vida', y varios de los hijos del matrimonio, los que gestionan las empresas familiares. Cuando en 1996, a la llegada del PP al Gobierno, fue nombrado director general de Ganadería, en la declaración de altos cargos incluyó, de forma voluntaria, el patrimonio de la esposa, añadió.
La explotación de porcino que ha provocado finalmente la dimisión del director general de Ganadería, una de las más importantes de España, está situada en Pueblanueva (Toledo). El sector del porcino es el gran favorecido por la crisis de las vacas locas, que ha provocado el desmoronamiento de los precios de bovino. La familia Pérez Bonilla-Muñoz Bernal también tiene una fábrica de piensos y se vio envuelta, en concreto la mujer del dimisionario, en el escándalo por el cobro ilegal de comisiones por cultivo de lino. Respecto a las actividades de la sociedad de Transformación Agraria (Tragsa) -la entidad que arrojó de forma ilegal, por encargo de la Xunta de Galicia, las vacas muertas a la mina abandonada del municipio coruñés de Mesía-, Pérez Bonilla, consejero de esa empresa, dijo desconocer que Tragsa hubiera hecho ese trabajo.
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