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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Vergüenza ajena

Como Bartleby, yo 'preferiría no hacerlo': no tener que escribir estas líneas. Pero como español, oriundo de Argentina, debo hacerlo. El artículo publicado en EL PAÍS del pasado día 15, La Ciudad Cortázar, de José María Guelbenzu, me ha dado vergüenza ajena y no puedo callar. Por reflejo de la gallardía que un día tuvimos los sudacas; y por fidelidad a mi amistad con Julio, a quien me presentó Daniel Moyano en el 81, tres años antes de que nos dejase tan solos. Es triste y veraz lo que dice Guelbenzu de que Cortázar parece arrumbado en el 'Purgatorio de los Escritores', son ciertos los estúpidos reproches de los 'patriotas' del sur porque obtuvo la nacionalidad francesa.

Es cierto que el 'olvido' (imposible) hoy de su gran narrativa es culpa de los cainitas y de los escritorzuelos posmodernos del Plata (narradores con lengua de trapo) que han 'conspirado para dejar insepulta su alma literaria y obligada a rendir cuentas a implacables jueces de vidas y obras, especialmente argentinos'. Y esto puede corroborarse en Historia Crítica de la Literatura Argentina, de Noé Jitrik (Emecé, Buenos Aires, julio de 1999, página 164): 'Cortázar había tenido éxito (...) que se fue malbaratando (...) por culpa de sus pronunciamientos, a los que no renunció'. Los incómodos 'pronunciamientos' de Julio, en realidad, fueron su denuncia del horror de las dictaduras y su lucha por los derechos humanos. Pero en Argentina (salvo pocos ciudadanos de bien) se tiene fobia a la memoria. Porque el genocidio lo perpetraron los milicos, pero también el silencio cómplice de la mayoría. Y además, Julio era socialista (y un pelín ácrata) y eso choca en un país de mayoritaria derecha dura. Tanto, que ya en vida fue despreciado: cuando regresó, en 1983, no fue recibido por el Gobierno radical. ¿Tal vez Julio podía 'contaminar' la naciente democracia por la que había luchado tanto? Malévola patria... Y es que la crisis argentina, además de la deuda externa, se debe a la 'incultura' de la sospecha, del odio, de la frivolidad, de la corrupción. Y Julio luchó por otra patria, más libre. Releerlo es placer y epifanía siempre. En Argentina, releerlo debiera ser un acto de higiene. Pero la esperanza está viva. Como dejó escrito en El poeta propone su epitafio: 'Está muerto, por suerte. / Ya andará otro como él...'.-

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