Herencia pastoril
El río que alimenta la huerta murciana aflora en Santiago de la Espada, el pueblo más oriental de Jaén
Un viajero emplea menos tiempo en llegar a Madrid desde Jaén, que hacerlo a Santiago de la Espada, aún siendo de la misma provincia. La distancia kilométrica no es mayor, pero los macizos montañosos que circundan al pueblo más oriental de Jaén aportan un sentimiento de lejanía inusual dentro de un mismo territorio provincial. En realidad, los casi 5.000 habitantes de este municipio, cuna del río Segura, tienen una dependencia de Jaén puramente administrativa. Toda su vida comercial, educativa y hasta sentimental discurre a caballo de las provincias de Albacete, Granada y Murcia. No resulta extraño, por tanto, que muchos vecinos sigan diciendo que van a Andalucía cuando acuden a recoger aceitunas en pueblos de altitudes inferiores.
El origen de la localidad proviene de un modesto lugar de acampada, denominado El Hornillo, fundado hacia el siglo XV por pastores procedentes de Cuenca que trasladaban sus ganados a pastar a la zona. En la actualidad, esta tierra, con más de 70.000 cabezas de ganado ovino, es la cuna de la oveja segureña que se distingue por la calidad de su carne. De la fusión en 1975 de Santiago de la Espada con Pontones, situado muy cerca, nació el municipio de Santiago-Pontones que, con 70.000 hectáreas, representa un tercio de toda la superficie del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
Su singular distribución geográfica, encaramado en altitudes que van desde los 600 a los 1.900 metros del pico de las Banderillas, se pone de manifiesto con la existencia de más de 50 pequeños núcleos de población, cuyo aislamiento ha permitido que las costumbres y modos de vida de los serranos permanezcan inalterados.
Del río Segura se sabe que riega la fértil huerta murciana, pero muchos ignoran que nace en el municipio jiennense, a 1.400 metros de altitud, junto a la aldea de Fuente Segura, precisamente donde se ha documentado la ocupación humana más antigua de la provincia, alrededor del año 9.000 a. C. Es un bello nacimiento de agua situado en una poza cristalina junto al pinar del Risco y de la laguna de Cañada la Cruz. El río forma una cinta de plata que serpentea entre calares altivos y majestuosos poyos donde se asoman las cabras monteses y anidan los buitres. Se represa en las Anchuricas, a los pies de la atractiva aldea de La Toba, llamada así por estar asentada sobre una gran formación calcárea modelada a lo largo de los siglos por el agua de su fuente.
El recorrido fluvial, que atraviesa por una de las principales poblaciones de pino laricio de la península, se adentra en pequeñas aldeas de remoto origen como Las Gorgollitas, el Parralejo o la Peguera del Madroño, que se asoman al río detenidas en el tiempo y conservando sus más ancestrales costumbres. El Segura recibe al Zumeta en la aldea de Las Juntas, justo en la confluencia de las provincias de Jaén y Albacete, desde donde retoma el camino hacia tierras murcianas. Antes, el valle del Segura puede ser contemplado desde Miller, cuyas casas se incrustan entre frondosos bosques de carrascas, almeces y cantarinas fuentes.
Es una zona ideal para el descanso, alejada del mundanal ruido y descubriendo los encantos de la sierra más profunda. También son aconsejables los deportes de bajo impacto ambiental, como los náuticos sin motor en el embalse de las Anchuricas, el descenso de barrancos, rafting, vuelo en ala delta o en parapente, caza fotográfica o pesca deportiva. Por si fuera poco, el viajero también puede disfrutar de una rica gastronomía basada en las tradicionales matanzas y donde destaca el cordero segureño, el ajoatao, los andrajos o el aguardiente carrasqueño que se elabora de manera artesanal en la aldea de Vites.
Otra ruta con encanto en este municipio se adentra en el valle del río Zumeta y se prolonga hasta los Campos de Hernán Pelea, una sucesión de lomas y torcas que conforman un altiplano señero y misterioso, lugar de pastores solitarios, tierra fría, áspera y dura que hipnotiza a los visitantes.
Arte rupestre escondido
- Dónde. Desde Jaén, en dirección a Albacete, se sigue la N-322 hasta Villanueva del Arzobispo. Allí se toma una carretera comarcal hacia el pantano de El Tranco, que enlaza con la C-321, que conduce a Hornos de Segura, Pontones y Santiago de la Espada. - Cuándo. Cualquier época es buena, aunque el invierno permite deleitarse con la belleza de los montes nevados. - Alrededores. En las Cuevas del Engalbo se descubrieron dólmenes y pinturas rupestres declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto al resto del arte rupestre del Levante español. Junto a los Campos de Hernán Pelea emerge la figura del pino Galapán, que destaca por su altura y su grosor (se necesitan cuatro adultos para rodear su tronco). - Y qué más. Información en el Ayuntamiento de Santiago-Pontones (953 43 80 02) o Excursiones Bujarkay de Coto Ríos (953 71 30 11).
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