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Columna
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China

Tras leer la estupenda entrevista de Ignacio Carrión a Gao Xingjian, busqué en el Tao-Tê-Ching una descripción de Lao-Tsé sobre el perfecto hombre de Tao que sirve también para describir la psicología oriental. Reza así: 'Es cauto, como quien busca un arroyo en invierno;/ Prudente, como quien teme a su vecino;/ Modesto, como un huésped;/ Flojo, como el hielo que se deshace;/ Sencillo, como madera no trabajada aún;/ Vacío, como un valle;/ Oscuro, como las aguas turbias'.

Ese libro es lo único que conozco del taoísmo, y con ese prejuicio de la poética y misteriosa mística que me pareció reconocer en el premio Nobel, tan alejada de la lógica occidental, me acerqué -con mucho retraso porque se inauguró en noviembre- a la espléndida exposición China, cielo y tierra, en el convento de Santa Inés.

No sé si debido a los prejuicios o a los efectos de la globalización, el caso fue que los objetos expuestos no me resultaron tan ajenos como esperaba. Me sorprendieron las pequeñas asas en la mitad de la panza de las vasijas neolíticas, como dos aretes para finísimos dedos, y la placa de un maravilloso ciervo acostado con la cabeza girada hacia atrás, y la delicadeza de un personaje masculino, la belleza de los tocados de las mujeres músicas y el relieve de un bailarín extranjero ocupando el espacio con tanta maestría de la Edad de Oro de los Tang, y la riqueza de los platos en pleno apogeo cultural de la dinastía Song, más o menos coincidente con el nuestro durante la dominación árabe. A partir de ese momento, la verdad es que las porcelanas se me confunden con las mil imitaciones que vemos en las tiendas de regalos, pero, con esa excepción, en general, son sorpresas que reconozco en el arte occidental, recuperadas y aprovechadas por nuestra cultura que todo lo aprehende y lo consume. Claro que una cosa es la forma y otra el pensar qué le dio vida: '...La arcilla se moldea en forma de vasos,/ y precisamente por el espacio donde no hay arcilla es por lo que podemos utilizarlos como vasos. (...) Así, pues, de un lado hallamos beneficio en la existencia;/ De otro, en la no-existencia'.

Gao Xingjian vive en París. ¿Podremos penetrar en su obra o nos quedaremos con la forma? Ardo en deseos de comprobarlo.

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