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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Kuwait y sus mujeres

Kuwait gusta de presentarse ante el mundo como la más democrática, o la menos autoritaria, de las monarquías petrolíferas árabes. Dos de los argumentos que esgrime son la existencia de un Parlamento elegido (exclusivamente masculino) y el hecho de que sus mujeres juegan un papel destacado en la vida profesional del país, más que en cualquier otro país del Golfo. Pero su Tribunal Constitucional ha vuelto a rechazar una demanda de varios grupos femeninos para poder votar y presentarse como candidatas a las elecciones legislativas, previstas en el 2003. Los jueces se han alineado con el Parlamento, que por dos veces desde 1999 ha rechazado un decreto del emir, Saad al-Sabaj, que reconoce el sufragio de la mujer y su derecho a ser elegida, interpretando la proclamada igualdad constitucional entre uno y otro sexo.

El estatuto femenino en Oriente Próximo depende de peculiares exégesis religiosas y sociales del islam, que en algunos países sirven para conceder a las mujeres derechos someros -Qatar y Omán les garantizan limitadas facultades políticas-, y en otros, la gran mayoría, para mantenerlas como ciudadanas de tercera. El mundo árabe, en su conjunto el rincón más intolerante del planeta, dista en esto de otras naciones musulmanas, como Indonesia o Pakistán, donde las mujeres no sólo participan en la vida pública, sino que adoptan papeles políticos de la mayor relevancia.

La decisión del Constitucional kuwaití continuará permitiendo que 115.000 hombres mayores de 21 años, los únicos con derecho a voto entre 800.000 ciudadanos, sigan designando a sus 50 parlamentarios (sólo hombres). Y resulta si cabe más chirriante porque se anuncia cuando se van a cumplir diez años del rescate de su país por una armada occidental comprometida, además de con el 10% de las reservas mundiales de crudo que albergan sus arenas, con la igualdad entre los ciudadanos. Las mujeres kuwaitíes tienen, gracias al petróleo, oportunidades educativas antes no soñadas -el emirato conocerá este año su excedente presupuestario más importante en décadas-, pero se les sigue negando el derecho básico de decidir libremente por sí mismas. Está claro que si Kuwait fue liberado, sus mujeres, todavía no.

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