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Utopía en acto

Con mal pie hemos entrado en el siglo XXI. La burbuja financiera ha cesado de crepitar al alza, la Bolsa ha dejado de ser una fiesta y los fondos de pensiones han perdido su arrogancia especuladora. Por otra parte, el vodevil político judicial de las elecciones presidenciales norteamericanas ha puesto de relieve la incongruidad democrática del sufragio indirecto y la escandalosa hipocresía de obnubilarse por unos miles de votos cuando la gestión exclusivamente penal de la pobreza ha excluido del voto a más de cuatro millones de electores, de ellos el 35 % de origen afroamericano, y ha elevado la abstención a casi el 52 % de los posibles votantes. Para no hablar de los remordimientos oportunistas de Clinton, firmando, a última hora, la adhesión de Estados Unidos al Tribunal Penal Internacional, después de haberse opuesto a él de forma tajante durante la negociación del Tratado y denunciando el peso de los lobbies en el Congreso y el Senado después de haber cedido a todas sus demandas.

Esta claudicación de la democracia USA ante el dinero es a la vez causa y efecto de la impotencia de los políticos y de la indignidad de la política. Jean Glavany, ministro francés de Agricultura, en una entrevista en Le Monde dice que Europa ha perdido bastantes meses en enfrentarse con el problema de las vacas locas. No meses, señor ministro, 14 años están los paises europeos esquivando el problema, mintiendo. Exactamente desde que en 1986 la encefalopatía espongiforme bovina comenzó a ser una realidad insoslayable en el Reino Unido. Como el síndrome del Golfo o las leucemias de los soldados en Bosnia y Kosovo, por causa del uranio empobrecido, cuya nocividad lleva años estudiándose por el Departamento de Defensa de EE UU y por diversos centros militares del Reino Unido.

Pero la mentira pública institucionalizada, la corrupción y los desafueros causados por la mundialización salvaje del ultraliberalismo empiezan a suscitar reacciones saludables. En el Foro Económico de Davos de enero de 1999 Kofi Annan, buscando una salida a esta situación, propuso un acuerdo entre la ONU y la elite política y de los negocios que llamó Pacto Global. Pero la reunión del pasado mes de julio en Nueva York para poner en marcha esa iniciativa mostró la tendencia de las empresas a hacer prevalecer la lógica del benficio sobre la responsabilidad ética y social y a convertir el Pacto en una simple coartada. De aquí la necesidad de reforzar este tipo de propuestas con la presencia de organizaciones y personas que las hagan irrecuperables por el orden económico global y por el modelo social mundial hoy imperantes. Orden y modelo que no se tata sólo de criticar sino de sustituir.

Seattle, Washington, Davos, Praga y Niza fueron momentos de contestación, gritos que izaron una bandera alternativa que ahora hay que llenar de contenidos. Ésa es la tarea que abordará el Foro Social Mundial, que tendrá lugar en Porto Alegre del 25 al 30 de enero de este año. Significativa elección de lugar que, frente al club para privilegiados que encarna Davos, representa, como señala Ignacio Ramonet en Le Monde Diplomatique de este mes, una experiencia local y popular extaordinariamente innovadora de política participativa. Doce años de ejercicio del poder por una coalición de izquierdas, liderada por el Partido de los Trabajadores, se ha traducido en una impresionante serie de logros urbanos en los más diversos sectores. Todo ello con una pulcritud democrática cuya expresión más acabada es el presupuesto participativo votado y controlado barrio por barrio por los ciudadanos que en ellos viven. Apoyado en esa experiencia, el Foro, en el que participarán más de 500 organizaciones entre movimientos ciudadanos y sindicatos y más de 5.000 personalidades políticas y sociales, estudiará modos y formas de una mundialización solidaria y formulará propuestas concretas para su puesta en ejercicio. Esta impresionante plataforma intelectual cuenta ya con los actores más comprometidos en la renovación ideológica de la izquierda y esta decidida a poner en acto la utopía de una sociedad libre y de iguales.

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