_
_
_
_
Crítica:JESÚS MAESO DE LA TORRE | ESCRITOR | RAÍCES
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Los eunucos eran unos magníficos y eficaces políticos en Al-Ándalus'

Yahía ben al-Hakam, conocido como Al-Gazal, fue poeta, científico, cabalista y embajador. Al-Gazal fue amigo de Abderramán II, emir omeya de Al-Ándalus de 822 a 852. El sabio y audaz diplomático de Abderramán II atravesó las aguas convulsas del siglo IX. Y no sólo de forma metafórica, porque Al-Gazal estuvo en Bizancio, luchó contra los vikingos en el asedio de Sevilla y fue el primer árabe en viajar a Escandinavia. Al menos, eso cuenta Jesús Maeso de la Torre (Úbeda, 1949), que ha convertido a Al-Gazal en el protagonista de su primera novela a partir de un escrito medieval.

El texto, tan breve como sugerente, pertenece al Almokatabis, de Ben Hayyán, y dice: 'Yahía ben al-Hakam, denominado por sus contemporáneos como Al-Gazal, la Gacela, por su varonil belleza, gozó del favor y la amistad de tres emires de Córdoba. Vivió en el siglo III de la Hégira (siglo IX de la era cristiana) y perteneció a la tribu de los Banu Bekkar ben Wail, de Jaén. Alcanzó la fama como embajador de Abderramán II, viajando a las cortes de Oriente y Occidente, y fue esclarecido en todo Al-Ándalus por su valor guerrero, dotes poéticas y sabiduría en la astronomía y la alquimia'. Maeso ha construido a partir de este texto la novela Al-Gazal, el viajero de los dos orientes, que se ha convertido en un importante éxito. Edhasa -una prestigiosa editorial que ha echado el resto en la publicación de novelas históricas- va ya por la segunda edición de la novela de Maeso.

'Creo que el libro ha gustado a mucha gente porque recupera una época de Al-Ándalus muy desconocida, la época califal, que fue deslumbrante para Andalucía. Córdoba era un referente en Occidente. Abderramán II gobernaba como un rey de España. Salvo el norte de la Península -Asturias, Galicia, la Marca Hispánica-, Abderramán gobernaba en el resto del territorio. Era un gobernante extraordinario: alquimista, astrónomo y poeta. Una leyenda decía que entre él y sus súbditos había una luna de miel. Al-Gazal era su ministro plenipotenciario no porque fuera un buen político sino porque era un sabio', explica Maeso. El escritor lamenta que la gente no considere tan españoles a Abderramán II o Al-Gazal como a los reyes y guerreros cristianos de la Edad Media. 'A Abderramán II y Al-Gazal no los consideramos españoles, pero deberíamos hacerlo. Son tan españoles como El Cid', recalca.

Sin embargo, el inicio de la novela pone coto a cualquier tentación de idealizar Al-Ándalus. 'Al-Gazal empieza la novela en el exilio porque ha sido machacado por los fundamentalistas musulmanes. Hay que tener en cuenta que toda la civilización del norte de África era bereber, mientras que Al-Gazal y su gente eran sirios. De todas maneras, España estaba en las tinieblas durante el reino visigodo. La civilización árabe fue para aquella época un gran avance', indica.

Uno de los momentos culminantes de la novela es el ataque de los vikingos a Sevilla. La brutalidad de la incursión de los hombres del norte sólo fue comparable a la reacción árabe. 'Sevilla no estaba amurallada. El asalto de los vikingos fue terrible. A la gente no le dio tiempo a refugiarse en Carmona y fue masacrada. Los vikingos destruyeron e incendiaron la mezquita. También mataron al imam. El aquelarre de sangre se desarrolló en la actual plaza del Salvador', dice. 'La venganza de Abderramán fue tremenda. Los árabes crucificaron y despellejaron a los vikingos en donde está la actual avenida de la Palmera', relata Maeso. 'Algunos vikingos quedaron como rehenes. Muchas de las personas rubias con ojos azules que hay en algunas localidades de la provincia de Sevilla pueden ser descendientes de aquellos vikingos. Estos rehenes vikingos les enseñaron a fabricar queso a los autóctonos y se quedaron en Sevilla', agrega.

Maeso hace hincapié en el decisivo papel de los eunucos en la vida política de Al-Ándalus. 'Había unas tremendas luchas de poder entre los eunucos, las favoritas y los hijos de los califas. Los eunucos eran unos magníficos y eficaces políticos en Al-Ándalus. Sólo se dedicaban a su emir. A los dos eunucos que salen en el libro los castraron siendo niños cuando hubo una gran sublevación en Córdoba. Tenían grandes cargos en palacio y riquezas fabulosas. Al ser castrados se desarrollaba en ellos una condición pseudofemenina. Eran sutiles para todo. Tenían una malicia perversa', recalca.

Maeso prepara una nueva novela para esta primavera que también tendrá un escenario andaluz. 'La piedra del destino transcurre en el siglo XIV. Robert Bruce, rey de Escocia, muere de lepra. Creía que la lepra era una maldición por sus pecados y quería redimirse. Ordena que saquen su corazón, la parte más pura de su cuerpo, y lo lleven a Tierra Santa. Un grupo de escoceses llega a Santiago de Compostela. Y, luego, deciden ir al Reino de Granada a luchar contra los árabes. Se unen a las huestes del rey Alfonso XI', relata Maeso.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_