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LA LIDIA

Francisco Ruiz Miguel reaparecerá el 31 de marzo en San Sebastián

El torero sólo se vestirá de luces este año para matar 'victorinos'

Antonio Lorca

La confianza mostrada por el empresario donostiarra Manuel Chopera, que le ha firmado un compromiso para estar en todas sus plazas donde se lidien toros del ganadero de Galapagar, ha permitido al torero dar el salto definitivo, a pesar de la frontal oposición de su esposa y su apoderado, José Luis Segura. 'Ninguno de los dos quiere que toree', dice Ruiz Miguel, 'pero los he convencido porque tengo las ideas muy claras y la ilusión de mis mejores años'.

Dice tener ofertas para actuar en treinta o cuarenta corridas, pero su compromiso personal se ciñe exclusivamente ante los toros de Victorino Martín. Reconoce que le gustaría matar toda la camada, pero la actitud reticente de algunas empresas se lo va a impedir. Y es concluyente cuando se le pregunta si continuará en activo más tiempo en el caso de que le sonría la fortuna: 'No, no y no', responde, 'serán cinco o diez corridas, pero sólo me vestiré de luces este año, pase lo que pase'.

Ruiz Miguel se retiró del toreo en 1989, reapareció sin suerte en la temporada del 91 y volvió a hacer el paseíllo el 20 de agosto del pasado año en San Sebastián. Rechazó entonces las ofertas que recibió ('podía haber toreado 14 o 15 corridas, pero no me parecía serio'), y ahora quiere revivir el triunfo de aquella tarde. 'No vuelvo por dinero, porque el dinero no es lo más importante y, desde luego, no más que mi necesidad como torero. Tengo mi vida resuelta y, además, necesito muy poco', afirma. 'Vuelvo para recuperar el reconocimiento del público, que lo perdí el año de mi reaparición'.

Error

Ruiz Miguel asegura que ése fue el mayor error de su vida profesional, y que acabó la temporada cargado de tristeza y amargura: 'Sentí entonces que no había sido fiel a mi profesión'. 'Quiero vestirme de torero para alcanzar un reto ante mí mismo', prosigue, 'aunque la verdad es que siempre he estado sometido a retos, y el de ahora es firmar el último pero brillante renglón de mi carrera'.

Dice Ruiz Miguel que ha llorado viendo por televisión los victorinos, que echa de menos los aplausos y las broncas y que desea demostrar que el motor de su corazón aún puede dar latidos de emoción. Lo cierto es que el torero muestra un aspecto físico envidiable, dice llevar una vida sana y que su responsabilidad como director de la Escuela Taurina de Algeciras le permite mantenerse en forma y con la permanente ilusión de repetir ante el público sus enseñanzas.

Mantiene la esperanza de hacer el paseíllo en San Isidro y repetir en la Feria de Otoño. 'Estamos en negociaciones con la empresa de Madrid y espero que sea posible volver a la plaza fundamental de mi carrera', dice, y lamenta que 'su ganadería' no lidie este año en la Maestranza, porque 'sería muy emocionante volver a Sevilla, donde creo que he conseguido un palmarés importante'.

Asegura Ruiz Miguel que los aficionados verán a un torero más maduro y relajado, sin la necesidad agobiante de cortar orejas, y reconoce que el paso de los años ha repercutido en la fiesta: 'El toro de hoy', dice, 'es más suave y más dócil; incluso ha cambiado el victorino: el malo de antes es menos malo, y el bueno de hoy es mucho mejor que el de antes. En consecuencia, hoy se torea mejor, pero hay menos rivalidad y menos emoción'.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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