EE UU: robos electorales con todas las de la ley
Los europeos, que consideran a Estados Unidos como un astuto Goliat imperialista poblado (misteriosamente) por una ciudadanía ingenua, moralista e infantil, deben sentirse perplejos ante la calma de la transición poselectoral en Estados Unidos. La verdad es que este país puede caer en el caos, pero por lo general lo hace debido a una terrible depresión económica o a una dura guerra como la de Vietnam. La mayor parte de las charlas acerca de que Estados Unidos se tambaleaba por no tener presidente electo durante cinco semanas procedió de los medios televisivos, que daban la noticia como si fuese un episodio de la Guerra de las Galaxias. Los europeos, especialmente los franceses, se enorgullecen de su elevado cinismo, y si ellos son cínicos, entonces los estadounidenses, considerados como su polo opuesto, deben de ser ingenuos. Bueno, en algunos aspectos, como el conocimiento profundo de la política exterior y de otras sociedades, quizá lo seamos, pero no acerca de los políticos crecidos en nuestro país. A nosotros nos gustan las historias sobre nuestros políticos corruptos; son los europeos quienes, en el fondo, a pesar de su rivalidad, son más románticos con respecto a la democracia estadounidense.
En realidad, la última tanda de películas fuertemente patrióticas se realizó en la década de los cuarenta; irónicamente, la mayoría de los guionistas eran comunistas o partidarios del comunismo. Roosevelt necesitaba preparar psicológicamente a un Estados Unidos aislacionista para unirse a Inglaterra y a la Unión Soviética en la II Guerra Mundial; pidió a Hollywood, en aquel momento lleno a rebosar de guionistas de izquierdas, que hiciera una tonelada de películas patrióticas antifascistas, razón por la cual se hicieron más películas a favor de la República española en Estados Unidos que en ningún otro país (sería interesante que España organizara un festival cinematográfico sobre estas películas). Además de Por quién doblan las campanas, Arise My Love, Last Train from Madrid y Casablanca, se hicieron también cientos de películas antifascistas de serie B. En la década de 1960, después del asesinato de los Kennedy y de Martin Luther King, de la desastrosa guerra en Vietnam y de la entrada de una enorme población de nuevos inmigrantes, ese tipo de patriotismo sentimental estadounidense murió.
Entonces, ¿por qué es nuestro Gobierno tan estable después de unas duras elecciones que, en opinión de muchos votantes, 'robó' el presidente electo Bush? Una de las razones es que nuestro país es muy grande, muy sin ideología, muy centrista. Otra es que ninguno de los dos partidos está nunca realmente fuera del Gobierno. Muchos demócratas que pensaban que Gore era un candidato débil preferían que Bush, a quien consideran un pobre material presidencial, ocupase la presidencia, mientras ellos, los demócratas, conservan un enorme poder en el Senado y en el Congreso; en el interior del país, hay muy poco que Bush pueda hacer por sí solo, excepto continuar el hábito republicano de nombrar a candidatos inadecuados para el Tribunal Supremo.
En el zoco político de Washington, ésta es época de pactar acuerdos. Tú me das esta comisión, y yo te ayudo a ser candidato a presidente la próxima vez. Debido a la uniforme división del Senado, las comisiones senatoriales compartirán poderes con los demócratas; esta tentativa de bipartidismo sin precedentes es la consecuencia del extraño empate electoral.
Quizá lo que los europeos no ven tan claro sea la forma precisa con la que aquí funcionan los grupos de interés, fuera de nuestro Gobierno elegido. En este país, las cosas se hacen a través de organizaciones tremendamente poderosas exentas de impuestos. Museos, buenas causas, malas causas, derechos de los homosexuales, grupos religiosos, derechos ecológicos, derechos de los animales, derechos para los ancianos, proyectos culturales, etcétera, todos ellos se acogen a la categoría de exentos de impuestos. Es asombrosa la cantidad de dinero privado que va a parar a organizaciones exentas de impuestos por las que el Estado paga la mitad de la factura. Como Estados Unidos se ha convertido ahora en un país de riqueza inimaginable, una riqueza (lo cual es interesante) dividida casi por igual entre aquellos que respaldan causas 'liberales' y aquellos que apoyan causas 'conservadoras', el resultado es una especie de empate.
Un hecho curioso de la vida estadounidense es que aunque menos de la mitad del electorado vota, un impresionante número de estadounidenses son activistas sociales. En lo que constituye un típico gesto extracurricular, Rockefeller compró el terreno situado bajo el edificio de Naciones Unidas y el Lincoln Center, y donó ambos a la ciudad. No tenemos ideología, tenemos asuntos y donaciones. Cada vez con más frecuencia, el país no vota por lo que quiere que suceda, sino que paga para asegurarse de que sucede. Los grandes cambios -el movimiento por los derechos civiles, el movimiento para poner fin a la guerra de Vietnam, el feminismo, los derechos de los homosexuales, etcétera- comenzaron como grupos privados de activistas de base ajenos al Estado y a los que el Estado se vio finalmente obligado a responder. Los grupos de presión representan un saco con una mezcla de causas estupendas más dinero sucio para malas causas, inteligentemente manipuladas.
El recientemente anunciado adelanto de ocho millones de dólares que la editorial Simon & Schuster's ha hecho a Hillary Clinton por la publicación de su libro es parte de ese juego del dinero sucio. En el pasado, la misma empresa estuvo a punto de ir a la quiebra ofreciendo a Nancy Reagan un par de millones por un libro que nunca vendió. Esta forma de edición a lo macho, relacionada con enormes adelantos que nunca se recuperan, ha sido la causa de la desaparición de la mayoría de las editoriales estadounidenses; la mayoría son ahora propiedad de los alemanes o los británicos.
El republicano de extrema derecha Newt Gingrich tuvo que devolver un adelanto similar de uno o dos millones por un libro suyo sobre la base de que el dinero era en realidad un regalo político. Estos enormes regalos ofrecidos a políticos de ambos partidos significan que no hay dinero para que la editorial lo gaste en el libro 'literario', y que no hay dinero para comprar literatura extranjera. Un senador estadounidense dijo una vez con humorística ironía que Estados Unidos 'robó el canal de Panamá con todas las de la ley'. Así, Ralph Nader perdió la cabeza, mientras que Georgie el 'matas' robó las elecciones con todas las de la ley, y Hillary, que ahora representa a Nueva York (necesita más el dinero, los robos de Bush pertenecen al pasado) robó a la editorial de Nueva York, con todas las de la ley. Como ya he dicho, es un empate.
Barbara Probst Solomon es escritora y periodista estadounidense.
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