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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Riesgo en nuestras carreteras?

La carta de la lectora Antolín de la Hoz del domingo 31 de diciembre sobre el riesgo en nuestras carreteras ilustra perfectamente las causas de la mayoría de las muertes por accidentes de tráfico. Pero a diferencia de sus conclusiones, los motivos no hay que achacárselos al estado de las carreteras, sino al individuo que se pone detrás del volante.

Los españoles nos caracterizamos por nuestro empecinamiento en aceptar la realidad de lo obvio y buscamos siempre algún chivo expiatorio con tal de no asumir nuestras responsabilidades. Cierto es, como dice la lectora, que aún existen muchos kilómetros de asfalto mejorables, pero no menos cierto es que un conductor sensato tiene que actuar según las condiciones de la vía. En una carretera con mala visibilidad, o con lluvia, o con niebla o con baches, o con líneas mal pintadas o inexistentes, no se puede circular a 160-180-200 kilómetros por hora como se ha convertido en la norma.

Aunque todas nuestras carreteras fueran como la cuarta pista de Barajas, aún tendríamos demasiados accidentes. Los conductores tienen que mentalizarse a que si hay que conducir a 80, 60 o 40 porque no se puede ir con seguridad a más, pues se circula a esa velocidad y no pasa nada; no se deja de ser menos 'macho' o 'hembra' ni se hace el ridículo por ello. Se hace el ridículo cuando se provoca un accidente por conducir a velocidad excesiva o bajo los efectos del alcohol o las drogas, o no respetar la normas lógicas de circulación. Se hace el ridículo cuando se conduce a exceso de velocidad para ir demostrando a los demás conductores que 'mi coche de marca de más de 4 kilos' o 'mi coche que parece ridículo' puede correr más que el tuyo.

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El problema se agrava considerablemente cuando las autoridades actúan complacientemente o incluso en connivencia con esta situación. No hay más que observar cómo prácticamente ha desaparecido la Guardia Civil de carretera y los controles de velocidad y la impunidad con que quedan las conducciones temerarias. En nuestro país nos indignamos por la falta de respeto a la vida que ejercen otros Estados, pero conducimos con un absoluto desprecio hacia la vida de los demás. En nuestro país nos escandalizamos cuando mueren dos personas a causa del mal de las vacas locas pero no cuando mueren en el asfalto 40 personas cada fin de semana. ¡Que no se metan con nuestro sagrado derecho a conducir como nos da la gana!

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