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Reportaje:

Un edificio con ruedas

El arquitecto del palacio de congresos de Alicante lleva 33 años realizando frustrados proyectos para el mismo

No hay nada más frustrante para un arquitecto que no ver en pie la obra que ha ideado y proyectado. Le ocurrió al franco-suizo Le Corbusier (1987-1965), uno de los grandes renovadores de la arquitectura contemporánea, con la Sociedad de Naciones. Sensación similar a la del creador de El Modulor debe padecer el arquitecto Juan Antonio García Solera (Alicante-1924) con el palacio de congresos de Alicante.

García Solera -distinguido por el Colegio de Arquitectos de Valencia por su trayectoria profesional- lleva proyectando edificios para congresos en Alicante desde 1967. En ese año trazó un edificio hexagonal que fue seleccionado para una exposición del Concurso Nacional de Arquitectura. Aquel laureado proyecto, que retomó geometrías y módulos ensayados en el pabellón español de la Exposición Universal de Bruselas, nunca se ejecutó.

A finales de la década de los ochenta, el ex consejero socialista de Cultura Ciprià Ciscar, el ex presidente de la Diputación Antonio Fernández Valenzuela y el ex alcalde socialista José Luis Lassaletta le encargaron la construcción de un auditorio-palacio de congresos en el paseo de Campoamor.

Edificio multiusos

Manos a la obra, el proyecto arquitectónico no tardó demasiado en llegar a manos de los políticos. Y ahí se perdió. A partir de 1991, con el socialista Antonio Mira-Perceval al frente de la Diputación de Alicante y Ángel Luna como alcalde de la ciudad, el proyecto de García Solera se retomó con mayor interés. Y se volvió a perder. El arquitecto había diseñado un edificio multiusos capaz de compaginar los conciertos de música con los congresos. Pero por razones ajenas a su proyecto, éste fue demorándose y nunca llegó a ejecutarse. A punto estuvo. Paradójicamente, fue el actual alcalde, Luis Díaz Alperi, del PP, el culpable de que el proyecto de Campoamor se frustrara. Superados mil y un escollos administrativos para poder ejecutar el edificio, Díaz Alperi ganó las elecciones municiapales de 1995, y el proyecto de Campoamor quedó primero en el olvido y poco después en el cementerio.

El programa electoral del nuevo alcalde contenía una insignia: el palacio de congresos. Pero no en Campoamor. Como si se tratara de saldar una deuda, Díaz Alperi adjudicó su proyecto insignia a García Solera. Aquél que se lo había quitado se lo devolvió. Incluso entonces, en plenos trámites del concurso de adjudicación del proyecto, al que concurrieron otros arquitectos, el alcalde declaró públicamente que la ciudad tenía una deuda moral con García Solera.

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El arquitecto hizo pronto los deberes, pero topó, otra vez, con los políticos. Tampoco los técnicos municipales le ayudaron. García Solera fue redactor, junto a Julio Ruiz Olmos, del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Alicante de 1973. Posteriormente, el PGOU de 1987, elaborado por técnicos municipales, recalificó un terreno propiedad de García Solera por el que el arquitecto peleó y ganó en los tribunales. Fuentes del caso sostienen que a raíz de aquel litigio algunos técnicos del Ayuntamiento le miran y remiran con lupa cualquier proyecto. Y el palacio de congresos no debe escapar a tan celoso control.

Santa Bárbara

El mandato 1995-1999 transcurrió sin que Díaz Alperi lograra comenzar las obras del palacio. Empeñado en emplazar el edificio en una de las laderas del Benacantil, monte coronado por el Castillo de Santa Bárbara (Bien de Interés Cultural), Díaz Alperi encontró una fuerte oposición política y ciudanana (15.000 firmas registradas en el Ayuntamiento contra el emplazamiento). El ex alcalde Lassaletta, contra quien también pleiteó y perdió García Solera, encabezó la plataforma ciudadana Salvem el Benacantil, entidad que recurrió el emplazamiento por la vía del contencioso administrativo en el Tribunal Superior de Justicia. El recurso aún está pendiente de resolver. También la oposición municipal en Alicante trata de parar el proyecto recurriendo cada uno de los trámites administrativos.

Tras un polémico dictamen del Consell Valencià de Cultura, se allanó el camino para levantar el edificio en el Benacantil. Pero pronto llegaron nuevos recursos e impugnaciones. Ahora, Luis Díaz Alperi sostiene que las obras comenzarán 'inexcusablemente' durante el próximo verano.

En el diseño del edificio en el Benacantil, García Solera recurrió a un juego de volúmenes cilíndricos para implantarse en la concavidad de la montaña. Los juegos de los volúmenes suponen un nuevo ensayo de los recursos compositivos ya utilizados por el arquitecto en proyectos anteriores, que tienen su origen construido en el edificio del Colegio de Médicos de Alicante. Éste puede ser el único consuelo del arquitecto: en ese edificio del Colegio de Médicos se celebran congresos, y sobreimpresionado en su fachada hay un cartel que reza: Palacio de Congresos de Alicante.

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