Periodismo y autocrítica
(...) Desde hace semanas había aumentado la presión sobre los ministros del Ejecutivo del canciller alemán, Gerhard Schröder, y ahora se exigían víctimas. Inmediatamente después de la dimisión del ministro de Transportes, Reinhard Klimmt, y del cese del ministro de Cultura, Michael Naumann, el responsable de la reforma de las pensiones, Walter Riester, corría el peligro de convertirse en una de esas víctimas. Con la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), este peligro se trasladó al ministro de Agricultura, Karl-Heinz Funke, y la ministra de Sanidad, Andrea Fischer. Ambos extraen ahora las consecuencias de su desafortunada actuación en el caso de las vacas locas. Fischer no se encontraba a gusto en el cargo desde que el canciller Helmut Kohl bloqueara algunos de sus intentos de reforma. (...) Schröder se negaba desde hacía tiempo a sacrificar ministros. (...) Con las dimisiones del martes, Schröder corre el peligro de sufrir una fuerte pérdida de confianza. (...) ¿Por qué ha mantenido durante tanto tiempo a un ministro que mantenía obcecadamente la política ortodoxa de los agricultores y no quiso o pudo comprender que la EEB señalaba un giro en la política agraria equiparable al que en su tiempo supuso Chernóbil en la política energética? (...) De lo que se trata ahora es si Schröder va a aprovechar la oportunidad, y con qué rapidez, de devolver la tranquilidad a su Gabinete, desgarrado por las tormentas. Ya ha perdido bastante tiempo.
Christoph Schwennicke Múnich, 10 de enero
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