Primer paso
Las conversaciones para la reunificación de China entre el régimen de Pekín y la isla nacionalista no han dado todavía ni un paso decisivo. La oferta de una nación, dos sistemas, que sirvió para la reintegración de Hong Kong a China, colmaba las aspiraciones de salvar la cara de Londres y la necesidad china de mantener un rico mostrador ante Occidente. Taiwan, sin embargo, que ya es un verdadero Estado democrático, exige más garantías para creer que hay algo serio que negociar.
Paralelamente, sin embargo, el régimen comunista deja que lazos de algún futuro se anuden sobre el terreno. Ése es el caso del primer enlace marítimo entre los dos Estados, inaugurado el pasado martes entre los islotes taiwaneses de Kinmen y Matsu y los puertos costeros de Fushu y Xiamen, aunque esté muy lejos de responder a las aspiraciones de comercio y comunicación directos. Unos cientos de pasajeros y funcionarios de media jerarquía por parte de Taiwan y una recepción controlada y casi congelada por la de Pekín, que no permitió la presencia de la prensa extranjera, es todo lo que, aparentemente, ha dado de sí lo que es una primicia en los 51 años del régimen que fundó Mao. No cabe, sin embargo, subestimar este mínimo paso. El solo hecho de que se haya producido subraya que Pekín sabe que la cosa va para largo. Un proverbio chino dice que los grandes viajes se inician con un solo paso.
El conocimiento y reconocimiento a largo plazo de los dos Estados es la única manera sensata de enfocar la solución del problema. El líder chino, Jiang Zemin, ha de mover sus peones con prudencia de estadista para amueblar un futuro que pertenecerá a sus sucesores. Por eso es positivo que ya haya barcos de línea entre Taiwan y su costa vecina. Mientras naveguen, callarán las armas.
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