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Las cadenas de EE UU insisten en el filón de la realidad como espectáculo

La nueva tanda de capítulos de Survivor (programa adaptado en España para Tele 5 con el título de Supervivientes) se rodó en Australia y ya está enlatada. El resultado lo conocen los protagonistas y quienes rodaron la aventura y sobre todos ellos pesa poco menos que la pena de muerte si lo revelan. Los 13 capítulos de la primera serie, emitida el pasado verano, fueron la sensación del año. Más de 50 millones de personas se pegaron a la televisión para ver las dos horas del último capítulo y cómo el maquiavélico Richard Hatch se acababa embolsando el millón de dólares que correspondía a quien superara las trampas, alianzas y traiciones de ocho hombres y ocho mujeres encerrados, todos contra todos, en una isla. Australia es otra isla, pero no hace falta que el éxito de Survivor II sea de proporciones continentales para tener consecuencias.

Los analistas de televisión estiman que si mantienen las cotas de popularidad de su predecesora, Survivor II podría llegar a dar un vuelco en las posiciones de las cadenas de Estados Unidos. Hace una decena de años, la muy débil Fox se convirtió en un elemento a tener en cuenta gracias a Los Simpson, lanzados entonces a la batalla contra el fortísimo Cosby Show de la NBC. La serie Friends de la NBC (que en España emite Canal +) y el Survivor de la CBS van a competir los jueves por la primacía en la hora de máxima audiencia para ese público de entre 18 y 49 años que ansían los anunciantes.

El ataque de la CBS a la NBC, si sale bien, es una gran oportunidad para la ABC y la Fox, que pugnan por el liderazgo de la audiencia norteamericana y no han encontrado mejor arma para luchar que los reality shows. ABC sale el martes que viene con The Mole, una serie en la que diez personas tienen que realizar diversas y complicadas tareas durante nueve semanas mientras tratan de descubrir quién de ellos, El Topo, que da nombre a la serie, les sabotea los desvelos. Fox rizó el rizo el año pasado con el espectáculo de casar sobre la marcha a concursantes que se brindaran a ello.

La primera emisión de ¿Quién quiere casarse con un multimillonario? resultó un fiasco: el novio no era multimillonario, ni siquiera millonario; había sido denunciado por maltratar a dos anteriores novias; la luna de miel de la pareja acabó como el rosario de la aurora; la novia capitalizó más tarde el suceso en Playboy... El fracaso dejó temporalmente sin aliento a Mike Darnell, padre del engendro y vicepresidente ejecutivo para programación alternativa de Fox, pero no lo dejó sin trabajo ni ideas.

Tras contratar a Pricewaterhouse Coopers para que evalúe ideas, peligros y concursantes, Fox y Darnell vuelven a la carga el miércoles próximo con Temptation Island, presentada como un híbrido de Survivor y ClubMed. Cuatro parejas de veinteañeros que tienen pensado casarse aceptan someter sus poderosas hormonas a la pulsión animal y la molicie de un paraíso de palmeras y transparente mar azul en el que 30 cuerpazos ajenos sólo quieren guerra. Cada componente de la pareja, colocado en contacto con tres del grupo de los solteros que más se ajusta a su ideal, tendrá dos semanas para explorar la tentación que se le brinda y decidir si se zambulle en ella o vuelve al redil.

De lo que ha trascendido, se sabe que cada miembro de la pareja puede bloquear en este juego sólo al que considere más probable ladrón de su dicha. Darnell se dice conocedor de la condición humana: 'A la gente le encanta saber quién se enrolla con quién. Creo que se identificará mucho con este programa'.

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