Milenio
Vas por la calle y casi todo el mundo te grita: "¡Felicidades!". Entras en un bar y te rompen los tímpanos con el "Próspero Año Nuevo". Los que ya se salen del tiesto te felicitan hasta por el milenio que entra, como si uno pudiera controlar el tiempo y su tiempo. Menos mal que este año que termina, año de bienes diría Aznar o su adlátere andaluza, Teófila Martínez, ha sido menos pródigo en regalos y en tarjetas de Navidad. Algunos están viendo las orejas al lobo y ahorran en gastos. Yo, ni tan siquiera voy a ahorrar en vacas locas. Un buen entrecot para despedir el año y a precio de ganga, algo que no recomienda mi buena amiga Celia Villalobos. Pero hay que aprovechar las ofertas.Como digo, se va el milenio y ayer lo celebré con los verdiales malagueños en la Venta de San Cayetano. Eché en falta a algunos políticos lo que me permitió trasegar con placer el vino de los Montes de Málaga, degustar el lomo en manteca y un platito de callos como si yo fuera Arias Cañete; bueno, el ministro es más fino y delicado y lo hace con un buen filete de ternera. Tiene que resolver la pesca andaluza y es posible que en Nochevieja se la monte en un barco pesquero de Barbate o Tarifa. Que todo puede pasar.
Se va el milenio y el presidente de la Junta, Manuel Chaves, tendrá que coger por los cuernos la debatida, recurrida, zarandeada y polémica ley de Cajas, dándole cuartelillo a Beneroso y Benjumea, que con Medel no es necesario, porque cumplió e hizo cumplir lo que Andalucía necesita: unas cajas fuertes, unidas, quizás fusionadas, capaces de responder a las exigencias financieras de Andalucía, con Magdalena Álvarez de guardián y una comunidad que crece por encima de la media nacional. Nos queda el paro, la emigración, el libro blanco de las universidades andaluzas, la pesca, las comunicaciones (con AVE, claro), Aznalcóllar, etcétera, pero hay un milenio por delante para resolverlo. ¡Ánimo y adelante! Yo me conformo con poco: la Junta, Carmen Calvo y el Ayuntamiento de Málaga, Francisco de la Torre, se entienden. Tendremos Museo Picasso y eso es para levantar la copa de cava. Y si además, la Aduana se convierte en el Museo de Bellas Artes, habrá que ir preparando el cuerpo para una monumental cogorza. He dicho.
JUAN DE DIOS MELLADO
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