Manuel Martínez Azaña, editor de 'La Pluma'
Para aliviar la amargura de su último exilio en el sur de Francia, don Manuel Azaña, presidente de la II República Española, se entretenía paseando con su sobrino, un niño muy despierto que con cuatro años ya mantenía con don Manuel una amena conversación en castellano y francés.Aquel niño de Montauban, Manuel Martínez Azaña, dedicó su vida a la literatura, a la promoción cultural y a la memoria de su tío. A los 20 años escribe y estrena en Madrid La forja de los sueños, Caliella y Juan Ramón el de Platero. Adapta y dirige teatro en España y posteriormente en Francia, donde se ve obligado a exiliarse en 1961. Profesor en la Universidad de Burdeos, en esta ciudad organiza diversas actividades teatrales y crea el Festival de Cultura Española de Burdeos, en donde a lo largo de cinco años se dan cita grupos de teatro como Tábano y el ATE de Toulouse, músicos como Paco Ibáñez, Xavier Ribalta, Narciso Yepes, Pi de la Serra y Atahualpa Yupanqui y escritores como López Salinas, Lauro Olmo, Antonio Ferres o Martín Elizondo.
En 1978 regresa a Madrid y se hace cargo de la antigua librería Ínsula de la calle del Carmen, que abre de nuevo con el nombre de La Pluma. En la revitalizada tertulia de la librería se impulsan diversos proyectos culturales y se edita de nuevo la revista La Pluma, que en su primera época dirigió Manuel Azaña, cuya memoria siempre reivindicó. Durante la transición deja testimonio de sus ideales republicanos y socialistas por toda España.
En 1982 sufre una primera embolia, que consigue remontar, y una segunda en 1991. Recupera el ánimo y aún colabora activamente en diversas ONG y publicaciones hasta su muerte, el pasado jueves.-
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