Indignación en Italia por las proclamas racistas de Haider
El líder del Partido Liberal Austriaco, Jörg Haider, abandonó ayer Roma tras su polémica visita de dos días, en la que se entrevistó con el Papa y participó en la iluminación del abeto regalado por la región de Carintia a la Santa Sede. Pero su estancia no será olvidada fácilmente. Sus críticas al presidente y al primer ministro italianos, Carlo Azeglio Ciampi y Giuliano Amato, le valieron ayer el calificativo de "visitante indeseado" por parte del centro-izquierda.A su vez, desde el centro-derecha se alzaban críticas contra la violencia de los manifestantes, que el sábado intentaron irrumpir en la plaza de San Pedro mientras se desarrollaba la ceremonia de encendido del abeto. En fechas de agitada precampaña electoral, la visita de Haider ha sido un combustible excelente para el centro-izquierda, que ha sabido manejar con habilidad la presencia inflamable del líder austríaco, siempre dispuesto a comentarios y juicios salidos de tono.
El gobernador de Carintia reiteró su opinión de que la inmigración clandestina es un problema para todos los países europeos. "Si Amato teme mis declaraciones, eso significa que es una persona débil", dijo sin pestañear. En cuanto a Ciampi, señaló: "Creo que teme un intercambio de opiniones conmigo sobre varios temas, porque sus posiciones son débiles. Saben perfectamente que lo que digo es cierto, porque en Italia existe un problema creciente de inmigración. Todo el mundo tiene derecho a llevar una vida digna, pero en sus propios países. Schengen no funciona y Niza ha sido un fracaso, porque no ha salido una Europa unida". Incluso el candidato a primer ministro del Olivo (centro-izquierda) en las próximas elecciones legislativas, Francesco Rutelli, se ha pronunciado en más de una ocasión sobre la necesidad de impedir la llegada a Italia de inmigrantes clandestinos, pero las frases de Haider irritan y ningún partido parece dispuesto a reconocerse en ellas. Ni siquiera Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional (derecha), se ha atrevido a defenderlo estos días, aunque ha lamentado la "instrumentalización" de que ha sido objeto su visita.
En todo caso, el que peor parado ha salido en todo el episodio enojoso de la visita de Haider a Roma ha sido el Vaticano. Ayer, un diario italiano aseguraba que la Santa Sede esperó hasta el final una señal de comprensión por parte del gobernador de Carintia que le hiciera renunciar a la audiencia con el Pontífice. De acuerdo con esta versión, una vez que la diplomacia vaticana se dio cuenta del error que representaba recibir a un líder político que la Europa comunitaria trata como a un apestado, lanzó una sutil llamada de socorro, que no ha sido, obviamente, escuchada. Haider se negó rotundamente a cancelar su visita a Roma. Ayer, su portavoz, Karl Heinz Petritz, desmintió rotundamente haber recibido de la Santa Sede ninguna invitación a anular el viaje.
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