Museo de las Ciencias
El 5 de diciembre visité el Museo de las Ciencias de Valencia cargado de ilusión. El edificio en el que se integra me impresionó por su estructura y su porte. La organización y contenido me decepcionaron hasta tal punto que me pareció obligado hacérselo saber a responsables y posibles visitantes.De entrada, y no es quizás lo más importante, encontré a gente uniformada que estaba, casi sistemáticamente, agrupada en parejas, tríos, conversando y no haciendo caso a visitantes ni en atención ni en control, dando la sensación de que uno molestaba si interfería en su conversación para hacer una consulta. Una general falta de información por carteles que lleva a realizar múltiples paseos debido también a un mal diseño de distribución de servicios.
Todo lo anterior no lo considero fundamental aunque predispone a una valoración crítica. Lo que realmente me decepcionó fue la mala calidad de la exposición, la falta de un hilo conductor, de un diseño con un fin de enseñanza y con explicaciones poco o nada pedagógicas, en las que se evidencia una mala traducción de un original de otro idioma. Esto, que puede parecer gratuito, se apoya en hechos como los que paso a relacionar: número importante de equipos retirados para reparación, aparatos que no funcionaban, hologramas deteriorados, espacio dedicado a comunicaciones que apenas dice nada, aparte de ser una mala propaganda de una compañía (T.E.), el péndulo, carente de explicación alguna y sin suficiente protección; y un área de Música y Física con mala acústica. Documentales sin traducción del inglés. Por cierto, mi elogio a Qué hay detrás del enchufe, donde hay un diseño apropiado para pequeños. Pero donde mejor se evidencia la falta de un hilo conductor es que ese conjunto se ha comprado a un diseñador francés, el tecno...láser a uno americano y así, sucesivamente, cada uno con un criterio distinto en cuanto a conocimientos.
Podría relatar más defectos, que por desgracia son muchos. Existe un gran contraste entre la calidad del edificio, que ha debido costar una fortuna, y la mala calidad y diseño de la exposición que parece comprada por módulos en un saldo. Creo sinceramente que se ha perdido una gran oportunidad de hacer algo interesante. Sería bueno que los diseñadores de esta exposición visitaran otras como las de Múnich, donde no hace falta saber alemán para comprender mejor lo que se expone o entender mejor los procesos que se quieren explicar. Falta mucho dinero y tiempo de dedicación para llegar a algo válido y que esté en consonancia con el magnífico edificio que lo alberga. Como colofón, comentar la mala relación calidad precio de la cafetería y del aparcamiento.-,
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