Calle del Barco y Policía Municipal

Si usted baja por la calle del Barco, una estrecha calle en el centro de Madrid que desemboca en la Gran Vía y con aparcamiento autorizado en uno de sus lados, por lo que no permite circular más que en fila india, se encontrará, especialmente a primera hora de la mañana, con la siguiente situación:Una larga fila de coches que esperan, normalmente con paciencia, a que descarguen los camiones que sirven a un almacén de la construcción que hay en la calle.

La descarga lleva a veces su tiempo, y si intenta protestar ante el personal del almacén, se llevará una reprimenda con palabras dichas en un tono superior al que la educación cívica recomienda.

Desde hace unos meses, en la misma calle se ha instalado una oficina del Ayuntamiento. La presencia en su puerta de un policía municipal nos hizo concebir a los pacientes conductores que él se encargaría de poner un poco de orden.

¡Nada más lejos de la realidad!

Lo primero que han hecho es poner unas vallas para reservar lugares de aparcamiento para dicha oficina (y quizás sus funcionarios, que además tienen un garaje propio). Al atasco de la descarga hay ahora que añadir el que produce la presencia de la grúa municipal retirando los coches que se han atrevido a estacionar en la zona reservada y que, sin molestar, por supuesto, la circulación, "quitan" el sitio a los privilegiados coches municipales (o de quien sean).

No hace falta señalar los problemas de estacionamiento que hay en la zona.

Y no se le ocurra tocar el claxon o preguntar al agente por qué no se ocupa también de los camiones que tapan la calle al descargar.

Al comentario "esta calle es una vergüenza" ha contestado: "Como todo, y además le voy a sancionar por hacer uso abusivo de la bocina". No cabe duda de que el abuso es del particular, que además paga sus impuestos (y, por tanto, el sueldo del amable policía).-