La ironía del Guggenheim
Expertos reflexionan sobre el efecto que ha generado el museo en las políticas culturales
La ironía sirvió en la noche del pasado martes para conciliar desde la diferencia tres pensamientos tan dispares como el de Joseba Arregi, ex consejero de Cultura; Joseba Zulaika, director del Centro de Estudios Vascos en la Universidad de Nevada, y Ramón Zallo, catedrático de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad del País Vasco (UPV). "El Guggenheim nos está enseñando la necesidad de la ironía como algo fundamental para entender el mundo en que vivimos", aseveró Joseba Zulaika durante su intervención en las jornadas sobre El efecto Guggenheim y las políticas culturales que ha celebrado durante los tres últimos días en Bilbao la Asociación Vasca de Sociología.Zallo fue crítico durante la gestación del proyecto y lo sigue siendo cuando ya han transcurrido tres años desde la inauguración en octubre de 1997. "Hay que dar prioridad a los contenidos, equilibrar las compras y asignar salas para el arte vasco".
Arregi, uno de los que apostó por la llegada del Guggenheim a Bilbao, sigue siendo su valedor. "Ha sido un éxito, pero no es la cultura de Euskadi, es un hecho cultural", aseguró.
Zulaika, autor de Crónica de una seducción. El Museo Guggenheim de Bilbao, despertó la risa de los asistentes cuando concluyó que "la ironía del Guggenheim es que deja el arte fuera".
La lectura de su discurso por Zallo fue seguida con gestos de desacuerdo por Arregi. El catedrático reconoció que la relación coste-rendimiento ha sido positiva en términos económicos de imagen y de aceptación social. Sin embargo, en su criterio, el proyecto cultural es más rutinario que estratégico, "más una marca que prestigia acontecimientos sociales de élites que un vector de incorporación del país".
Zulaika se refirió a "ese perro asexual, sonrisas para las fotos, que representa el gran arte de Bilbao" y criticó que las promesas de traer a la ciudad las colecciones permanenentes del Guggenheim de Nueva York no se han cumplido. También quiso referirse a que "lo decisivo" es quién toma las decisiones: Bilbao o Nueva York. Destacó que el fenómeno del Guggenheim se apoya en la regeneración urbana, la arquitectura, la realidad mediática para finalizar diciendo que "gran parte del éxito del Guggenheim es que el arte está de sobra".
El ex consejero prefirió no incidir en las críticas y desde "una tremenda distancia" enfatizó que uno de los efectos de la pinacoteca ha sido que el tiempo ha dejado en el olvido el discurso de las políticas culturales que marcó su gestación. "El Guggenheim permite un mayor acceso a bienes culturales porque el edificio y las colecciones son cultura. Y no ha impedido ni quitado importancia a otros [bienes]. La cultura ni se erige, ni cae con proyectos como el Guggenheim porque la cultura no existe, existen actividades culturales", aseveró. Arregi expresó su deseo de que la cultura vasca se entienda desde la complejidad y la diferencia.
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