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Un puente sobre ruedas

Los discapacitados andaluces piden a la Junta que exija que todos los destinos y complejos turísticos sean accesibles

Cuando acabe este año, unos 20 millones de turistas habrán visitado Andalucía, un 2,2% más que el ejercicio anterior, y las arcas públicas sumarán entonces dos billones de pesetas. Son datos de la Junta. Para la economía de la región el turismo es un potente motor que, sin embargo, no consigue mover una silla de ruedas. Los discapacitados en edad laboral (de 16 a 65 años), 645.000 personas en la comunidad, apenas pueden elegir estos días un destino para pasar el puente. ¿Dónde, que los edificios estén adaptados para los que van con muletas? ¿Dónde, que las sillas de ruedas puedan moverse sin obstáculos? ¿Dónde, para no dar palos de ciego? En muy pocos sitios, modernos y caros. Andalucía tiene una avanzada ley de Atención a las Personas con Discapacidad -marzo de 1999- cuyo texto incorpora sanciones de hasta 50 millones para aquellos que no cumplan con la normativa. Se pretende con ella construir ciudades y reconstruir espacios para todos. Pero el desarrollo de su articulado puede retrasar esta nueva realidad urbanística. Hay un plazo de 10 años para ir adaptando cada instituto, cada hospital, cada hotel. Por ese motivo, los destinos turísticos sin barreras se reducen por ahora a residencias públicas, parques de atracciones y zonas hoteleras de reciente creación. Modernas y caras.

José Sánchez, presidente de la Federación Andaluza de Minusválidos Asociados (FAMA), no tiene un cálculo exacto que determine en cuánto podría incrementarse el dinero que ya se recauda con el turismo si los espacios más visitados fueran accesibles para los discapacitados, pero hace unas cuentas interesantes. Suma a los beneficios que dejarían en el sector los minusválidos andaluces, las divisas que aportarían millones de europeos con el mismo problema si en Andalucía se eliminaran las barreras. Y a lo que le sale, le añade los ingresos que añadirían las personas mayores, con la misma necesidad de destinos accesibles. Si se suma este colectivo con discapacidades propias de la edad habría 1.125.000 personas con minusvalías, según datos de la Consejería de Asuntos Sociales. La población total andaluza es de 7.236.459 personas.

Hay otras razones, legítimas también, que los discapacitados hacen valer para apoyar sus reclamaciones. Si el sector sigue creciendo, el tirón económico del turismo les puede servir para rebajar una dolorosa marca: el altísimo índice de paro que soporta el colectivo; un 75% está desempleado y casi el 25% restante vive de vender cupones. Piden a la Administración que les deje disfrutar de la tarta del turismo para conseguir un empleo. Para ello están dispuestos a adaptar su discapacidad al empleo. Los empresarios se encontrarían con una subvención de 650.000 pesetas por contrato y una rebaja en la cuota de la Seguridad Social cercana al 90%.

Trabajar y disfrutar del ocio. La falta de guías turísticas que indiquen los destinos accesibles para ellos les condena a hacer excursiones organizadas por sus asociaciones a sitios adaptados. "Turismo de guetos, pero por ahora no hay muchas más salidas", lamenta Sánchez.

Podrían conocer Doñana, pero los todoterreno no están adaptados para las sillas de ruedas. Podrían caminar por senderos naturales o culturales, como Itálica, pero no hay rutas convenientemente indicadas. Dos iniciativas pioneras en Granada y Sevilla donde se han elaborado guías turísticas, reforzadas en el segundo caso con iconos y leyendas adicionales acerca de la accesibilidad de los diferentes monumentos, les convence de que con creatividad puede conseguirse un turismo accesible que siga sumando beneficios a las arcas públicas.

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