El 53,2% de los superdotados de la ESO tiene notas muy inferiores a su capacidad intelectual
Ser inteligente hasta decir basta no es sinónimo de tener un expediente escolar brillante. Un estudio realizado por la Universidad Complutense pone de manifiesto que más de la mitad de los superdotados de la ESO (entre 12 y 17 años) obtienen unas notas muy por debajo de su capacidad. La razón: la falta de una educación que se adecue a sus intereses y a su ritmo de aprendizaje. Según las autoras del estudio, los centros educativos deberían incluir programas de enriquecimiento, de desarrollo personal y social y de estrategias cognitivas, algo que rara vez ocurre.
Centros especializados, no
La investigación, Superdotación y adolescencia. Características y necesidad en la Comunidad de Madrid, ha sido realizada en 300 centros públicos en los que se pasaron pruebas psicológicas a 11.431 jóvenes de educación secundaria obligatoria (de entre 12 y 17 años). Entre ellos, se descubrieron 198 adolescentes superdotados. Es decir, el 1,75% de la muestra total tenía más de un 125 o un 130 de cociente intelectual, dependiendo del test de inteligencia que se les pasara.Sin embargo, esta gran capacidad intelectual de esos chicos no se corresponde con el expediente académico que obtienen en el instituto. Así, el 17,5% de los 130 superdotados a los que finalmente se les pasaron las distintas pruebas tienen un redimiento académico bajo (es decir, o suspenden todo u obtienen sólo aprobados y suspensos). El 35,7% tiene un rendimiento académico medio (es decir, aunque aprueba todo, solamente saca algunos notables).
Indefinición vocacional
"Esto supone un índice de fracaso escolar muy alto para su capacidad intelectual", comenta Luz Pérez Sánchez, profesora de psicología de la Universidad Complutense y autora, junto con Pilar Domínguez Rodríguez, de este estudio financiado por la Comunidad de Madrid, que será publicado en breve. Tan sólo el 46,8% obtiene un redimiento académico alto (notables y sobresalientes). "Es el rendimiento que sería el esperado para este tipo de población", comenta Pérez. "La razón principal es que no reciben una educación que se adecue a su ritmo de aprendizaje, a sus necesidades y a sus intereses. Es necesaria una escuela en la que se reconozca que existen los superdotados y cuyo proyecto curricular prevea que están ahí, al igual que se prevé con los chavales con necesidades educativas por defecto".
Estimulación
En opinión de las autoras del estudio, los centros escolares deberían elaborar programas, bien intracurriculares o extracurriculares, para atender correctamente a este tipo de población. Es algo que "se da en muy pocos centros", a pesar de que así lo contempla la legislación, que propone unas líneas de actuación basadas en el enriquecimiento curricular sin realizar reagrupamiento en centros especializados. Eso, junto con la posibilidad de reducir un máximo de dos años la escolarización.Estos programas deberían incluir al menos tres aspectos: tareas de enriquecimiento, "para que estos adolescentes tengan contacto con muchas áreas de conocimiento"; programas de desarrollo personal y social, "porque tienen que aprender a tratar a todo el mundo aunque no tengan su misma capacidad", y, por último, programas de estrategias cognitivas que les permitan tener unos resultados académicos acordes con su inteligencia.
Y es que con la inteligencia ocurre como con el coche: "No basta tener un buen motor para ser un buen conductor", señala Pérez. Así, el estudio desvela que existe una correlación directa entre ciertas estrategias cognitivas y los mejores expedientes. Los superdotados más brillantes están más motivados hacia el estudio, elaboran y personalizan la información y son capaces de planificar y organizar su conocimiento.
Otra de las características que desvela la investigación es la alta indefinición vocacional de los superdotados. "De acuerdo con sus características, deberían ser capaces de saber con más frecuencia lo que quieren o lo que no quieren". Pero no ocurre así: el 50% de las chicas y el 27% de los chicos no saben qué desean estudiar.En segundo lugar, prefieren las letras (el 20% de los chicos y el 16% de las chicas). En tercer lugar, quieren hacer de todo, algo que es "muy típico de los superdotados". Y sólo en última instancia prefieren las ciencias (el 15% de los chicos y el 10% de las chicas).
Otra creencia común que tumba la investigación es la de los genios locos. "Hay genios que se hacen los locos. Pero eso es diferente", comenta Pérez. Y prueba de ello es que el 82% de estos chavales no tienen problemas de personalidad. El 18% restante tiene problemas psicológicos, pero son leves, como inseguridad en el aula, falta de sueño, hipocondria o inmadurez.
Pero la necesidad de orientación no sólo es percibida por los chavales. Lo que más demandan los padres en las encuestas es precisamente que les expliquen cómo son sus hijos, cómo hay que estimularles. En resumidas cuentas, viven como una auténtica complicación la tarea de educar a un hijo de mucha capacidad intelectual. Además, el 75% de ellos opina que en su barrio no existen los recursos necesarios para satisfacer las necesidades educativas especiales de sus hijos. Sin embargo, el 90% de los padres está muy orgulloso de su hijo y el 79% piensa que se relaciona bien con él.
Más chicos, menos chicas
Si un dato ha llamado la atención a las investigadoras es la baja proporción de adolescentes superdotadas que han sido descubiertas a través del estudio. De los 130 jóvenes a los que se sometió a toda la batería de pruebas, el 70% eran chicos frente a un 30% de chicas. "Esto no se corresponde con otros estudios realizados en edades más tempranas, que demuestran que hay una distribución del 50%", relata Luz Pérez.Y, en su opinión, una gran cantidad de inteligencia femenina se quedó en el camino, porque, "contrariamente a la creencia común, si no se estimula a los superdotados éstos dejan de serlo".
Es lo que ocurre, según Pérez, con muchas chicas. "Las niñas más brillantes están a menudo atrapadas en una contradicción entre feminidad e inteligencia". Y, en su opinión, el contexto escolar y familiar no ayudan a paliar esta dicotomía.
Las razones para que se produzca este fenómeno, según las autoras del estudio, se relacionan con el hecho de que haya una ausencia de modelos femeninos en los materiales escolares y en que la selección de tareas se establece según los intereses de los niños.
"Los docentes califican como precoz a un chico que pregunte en las clases, exija más y ponga más en duda todas las cosas. Sin embargo, si esto mismo lo hace un niña, no es raro que los profesores la juzguen de impertinente, agresiva o, incluso, poco femenina".
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