Radiografía de un secuestro
Reconstrucción de la captura sufrida por dos empresarios españoles el pasado jueves en Tbilisi, capital de Georgia
Ésta es la reconstrucción del secuestro, el pasado jueves en la capital de Georgia, de los empresarios Francisco Rodríguez y José Manuel Tremiño. La hace, durante una larga conversación con dos periodistas españoles, una de las mejores fuentes posibles: el fiscal jefe de Tbilisi, Tenguiz Makaradze. De vez en cuando consulta algún dato a otros dos personajes clave: su propio subjefe de investigaciones, Avtandil Kereselidze, y el fiscal del barrio de Samgori, Jodezdi Jizanishvili.Ocurrió así.
El 29 de noviembre, junto al lago Tortuga, una zona pantanosa de los alrededores de Tbilisi, tres individuos enmascarados y uno a cara descubierta surgieron a media tarde de una furgoneta Mercedes de color blanco y asaltaron a una pareja que circulaba en un Opel Vectra. A él le golpearon. A ambos les condujeron a una zona boscosa próxima, les ataron de pies y manos con cinta aislante y les amarraron a un árbol. Hablaban ruso con acento y, entre sí, una lengua desconocida que parecía del norte del Cáucaso.
En torno a las dos de la madrugada del día siguiente, los empresarios españoles Francisco Rodríguez y José Manuel Tremiño abandonaron el hotel Londres rumbo al aeropuerto en una furgoneta Mercedes de color rojo con matrícula de Madrid. Conducía el vehículo el teniente coronel de la policía de tráfico Sulikó Kobiashvili, al que acompañaba su hijo Gueorgi.
A mitad de camino, en un cruce, Sulikó vio dos vehículos que le infundieron sospechas. Uno de ellos era un Opel Vectra; el otro, una furgoneta Mercedes de color blanco. Apretó el acelerador y los dos coches emprendieron una vertiginosa persecución que terminó abruptamente cuando lograron adelantar al Mercedes rojo y cerrarle el paso. Kobiashvili no tuvo más remedio que apretar a fondo el freno.
Tres individuos esmascarados y uno a cara descubierta salieron armados de fusiles Kaláshnikov y abortaron a culatazos el intento de resistencia de los dos georgianos. Sulikó, con numerosos golpes en la cabeza, fue el que corrió peor suerte. Ambos fueron atados de pies y manos y empujados hasta el maletero del Mercedes rojo. Poco después, Sulikó y su hijo lograban desatarse e informaban urgentemente a la policía.
Ese mismo día, 30 de noviembre, el Opel Vectra era encontrado, caído en un barranco, entre dos casas, estrellado contra un árbol, en Nadukuari. Se trata de una pequeña localidad del distrito norteño de Ajmeta, a unos 25 kilómetros del desfiladero de Pankisi, en el que habitan miles de kitsos (chechenos étnicos) y a donde, tras el inicio de la guerra con Rusia, han sido conducidos miles de refugiados de la república rebelde.
En el interior del vehículo fueron halladas diversas pertenencias de Tremiño y Rodríguez, dos balas de Kasláshnikov sin disparar del calibre 7,62 (una del modelo AKS y otra del AKM) y un billete de avión de ida y vuelta. Ida: 26 de noviembre. Vuelta: 30 de noviembre. Hora prevista de partida: 4.35. Destino: Zúrich, y de allí, a Madrid. En una portezuela había manchas de color rojo. Se investiga si era sangre y, en ese caso, a quién pertenecía.
De la furgoneta blanca no se sabe nada. No se denunció su robo. No se ha descubierto abandonada. En teoría, dice el fiscal de Tbilisi, podría ser que el paradero del Opel Vectra condujese a una pista falsa, pero la "información operativa" de que dispone le permite decir que los dos españoles están en el desfiladero de Pankisi, ilesos, y que su vida no está amenazada. No descarta que, como en secuestros anteriores, estén cambiando con frecuencia de cárcel, trasladados por los escarpados senderos de las montañas.
Los compañeros de los secuestrados, que también se alojaban en el hotel Londres, eludieron los intentos de la fiscalía de hacerles declarar. Tres de ellos, españoles, abandonaron Georgia el domingo por la mañana, de forma subrepticia. El cuarto de ellos, Alejandro Marcoso, que podría ser cubano, sigue en el país. Ayer tenía una cita con el viceministro del Interior, Vaja Vakuradze, que dirige la operación de rescate. No se sabe si acudió a ella.
La fiscalía da la máxima prioridad a la investigación de este caso, en Tbilisi y en el norte de Georgia. Sus mejores hombres trabajan en él. La colaboración con las fuerzas de seguridad es total. Se ha avanzado mucho, pero Makaradze, como Vakuradze, no quiere decir cuánto, ni pronosticar cuándo llegará el desenlace. "Si quieren saberlo", afirma, "tendrán que mirar en los posos del café".
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