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El obispo Uriarte cree inaplazable el diálogo para conseguir la paz

Maribel Marín Yarza

Fue mediador entre ETA y el Gobierno durante la tregua de la organización terrorista y ayer se ratificó en su apuesta por el diálogo que cree "inaplazable". El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, defendió sin ambigüedades esta fórmula para reconducir la situación política de Euskadi y pidió a los partidos políticos que "antepongan la paz a sus cálculos electorales", incluso, dijo, "aunque les acarree una merma de los votos". Uriarte presentó ayer en San Sebastián la carta pastoral Renovarse y pacificar, donde radiografía el problema de la violencia en Euskadi y ofrece propuestas para avanzar en la consecución de la paz. El texto es claro y contundente porque el obispo no quiere dejar lugar a equívocos. "Es rigurosamente falso que la diócesis de Guipúzcoa sea condescendiente con la violencia y tibia ante el terrorismo. Desgraciadamente éste es un error que ha hecho fortuna en muchos ambientes", señaló.

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En el documento, Uriarte deja así clara la escala de valores que debe guiar el camino hacia la paz. "Lo primero es la vida, la seguridad, la integridad, la libertad de las personas para profesar y propagar, por medios legítimos, sus ideas sociales o políticas", manifestó. Por eso, "castigar y atemorizar (...) a través de procedimientos violentos como la lucha callejera es moralmente detestable".

Pero nada debe, a su juicio, interferir en la tesis manifestada por Juan Pablo II en su homilía del pasado 5 de noviembre. El Papa se dirigió a los políticos y les expresó su convicción de que "el diálogo se presenta siempre como instrumento insustituible de toda confrontación constructiva". Uriarte hizo suyas estas palabras y señaló: "Dialogar no significa claudicar". Es más, se mostró convencido de que "es una necesidad difícilmente aplazable" que deben emprender personas, grupos sociales y formaciones políticas y la Iglesia debe "alentar".

Puentes de unión

El obispo ofreció una estampa desoladora de la situación que se vive en el País Vasco tras la ruptura de la tregua y la oleada de atentados y amenazas. Reclamó a los políticos que abandonen las posiciones frentistas y traten de construir puentes de unión, y a las autoridades autonómicas y estatales una política firme para defender la vida, la seguridad y la libertad de los ciudadanos. Pero "tal firmeza", advirtió, "debe evitar (..) todo asomo de dureza, que, además de resultar ineficaz, pueda soliviantar y crispar más la confrontación presente. Por eso instó a legisladores, jueces y Gobierno a salvaguardar los derechos de los penados y favorecer la reinserción social de los menores que hayan delinquido.

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