El hijo del comunista

Habla poquísimo. Pero en lo que dice es brillante. Lucas Alcaraz, de 34 años, granadino, entrenador del Recreativo de Huelva, ha heredado la facilidad para dar con un titular en sus respuestas a la prensa, capacidad ésta que siempre distinguió a su padre, Felipe Alcaraz, diputado a Cortes de Izquierda Unida y secretario general del Partido Comunista de Andalucía desde hace 22 años.Lucas Alcaraz, como casi todos los entrenadores, no habla en público de política. "No porque haya que ocultar algo, sino porque sólo puedo aportar a la sociedad como novedad conceptos futbolísticos", afirma. Y a la pregunta de si él, en política, prefiere atacar por la banda izquierda, por la derecha o por el centro, responde: "Políticamente yo no juego, estoy en el banquillo".

Es irónico, menudo y silencioso. Lucas Alcaraz no tiene ninguna historia como futbolista, porque sorprendentemente desde niño quería ser entrenador. A los 14 años preparó por primera vez a un equipo. Admiraba -y admira- profundamente a su abuelo materno, José Manuel González, junto al que pasó su infancia. Aquel hombre era secretario técnico del Granada y todos los domingos llevaba a su nieto al fútbol, al palco del viejo estadio de Los Cármenes. Lucas Alcaraz, mientras mascaba chicle Bazoka durante el partido, se sentía deslumbrado por los comentarios sobre fútbol que hacía su abuelo. "Sus conversaciones eran las de un entrenador, no las de un jugador. Me introdujo en el universo de las tácticas. Yo aprendí la teoría futbolística desde que era un crío", recuerda. Años antes, su abuelo había formado parte de una defensa mítica del Granada en Primera División: Floro, Millán, González.

En Huelva se dice que Lucas Alcaraz está tocado por la fortuna. Y los aficionados onubenses recurren al chiste para asegurar que se trata del mejor entrenador del mundo: el pasado julio ascendió a Segunda A al Recreativo de Huelva sin que fuera necesario jugar un solo partido. Ocurrió debido al castigo de descenso impuesto por la Liga de Fútbol Profesional al Mérida por las deudas.

Lucas Alcaraz, ex entrenador del Granada y del Dos Hermanas, entre otros equipos, tiene una plantilla en el Recreativo integrada por futbolistas de Segunda B y Tercera, a la cual llegó en agosto algún refuerzo de urgencia. El Recreativo, sin embargo, está colocado cerca de los puestos de privilegio. El Recre es una muralla, un equipo recaudador, de fútbol avaro, pero que cada fin de semana arroja dividendos. El Decano practica un fútbol frío como la ventanilla de un banco, pero de resultados felices como una cuenta corriente holgada.

Al final de los entrenamientos, entre la marea sudorosa y chillona de futbolistas, Lucas Alcaraz presenta un aspecto tímido y despistado, como perdido entre el sonido de los tacos de las botas. Podría tener cierta semejanza con el teniente Colombo, de la serie televisiva policíaca. Nadie repara en él. Pero al igual que Colombo rápidamente sabe quién es el asesino. Este entrenador, el más jóven de la categoría, tiene en la mente la estrategia para ganar el próximo partido con los escasos recursos que maneja.