Portavoz

Como ciudadano español intento estar al día de los proyectos del Gobierno de la nación. Sin embargo, he notado últimamente que cada vez que su ministro portavoz, don Pío Cabanillas, hace uso de la palabra para transmitirlos cumplidamente a la ciudadanía, no consigo escuchar el final de sus consideraciones víctima de un sopor irresistible. He comprobado que son muchos los españoles que comparten mi inquietud ante esta situación.Después de mucho pensar he llegado a la conclusión de que el problema no se debe tanto a la semántica (por ejemplo, el enunciado "España va bien" tiene sentido y no tiene por qué producir somnolencia) o a la sintaxis de sus palabras (nada que objetar: sujeto, verbo, predicado), sino más bien a su dimensión pragmática o performativa (en este caso, los signos de exclamación en los extremos del enunciado: "¡España va bien!"); en suma, la cuestión es la manera cómo se expresa, que resulta, por así decir, poco enfática.

Por todo ello, me pregunto si sería posible que el señor portavoz mostrara algo más de entusiasmo o que, en su caso, se le suministrara algún tipo de complejo vitamínico con cargo a los Presupuestos Generales, al objeto de que adquiera un tono algo más apropiado para dirigirse a un país latino como el nuestro.- Alfonso García Figueroa.