El 'manolismo' triunfante
La segunda jornada se consumió en el ronroneo de pasillos y conversaciones a media voz
Como se sabe, la secretaría de Política Institucional ha sido la gran perdedora de la asamblea socialista. Su cabeza, sesgada por un equilibrado golpe de efecto, daba ayer las últimas vueltas por el suelo, y a su paso los delegados apenas le dedicaban una mirada compasiva. El ganador, sin embargo, dejaba tras de sí una estela de vítores y admiración. Era un clamor: el 9º congreso del PSOE es la puesta de largo del manolismo triunfante. Lo demás son matices de tercer orden, componendas territoriales, minucias.El manolismo es como su fundador -Manuel Chaves, Manolo- prudente y meticuloso. Ha ido echando raíces poquito a poco, con sigilo, como quien no quiere la cosa, hasta que un buen día los socialistas andaluces, encastillados siempre en los repartos provinciales, se encontraron con la sorpresa: no sólo tenían un líder, sino que, además, era indiscutible. Tanto que, por primera vez en la historia reciente, un secretario general va a designar a siete miembros de la ejecutiva exclusivamente suyos, siete magníficos manolistas que no han sido sugeridos por ningún secretario, por ninguna familia.
Pero ni siquiera el hechizo del manolismo, cuya fascinación también resulta indiscutible -léase la glorificación de los compañeros y compañeras al nuevo movimiento-, pudo contener los tirones de las huestes malagueñas y sevillanas para sacar ventaja en la ejecutiva. Esa era la comidilla. Los delegados se entregaron ayer con fruición al ronroneo de pasillo, las conversaciones a media voz y el intercambio de noticias frescas. A media tarde, ya corrían algunas de buena tinta: la flamante vicesecretaria general, la jiennese María del Mar Moreno (entonces, todavía oficiosa), irrumpió en la sala central de las intrigas y recibió un alud de besos y abrazos. Gaspar Zarrías, el proponente, no había podido contener su alborozo. Dos en una: renovación y cuota paritaria. Y de Jaén. Como para callarse.
La mañana había estado algo dispersa entre el debate de las ponencias y la bienvenida a los invitados y observadores de fin de semana. Fuera del recinto, donde el manolismo no alcanza las mismas cotas de embeleso, los incansables interinos de la Junta hacían el paseíllo a coches y compromisarios con una variada gama de artilugios de molestar: sonajeros, tambores, pitos, bocinas y panderetas. De telón de fondo, una pancarta: "Gobierno de la Junta, dura patronal". Una delegada a lo Gary Cooper se internó en la manifestación. Se fue apabullada.
En el interior se echaron de menos los minoristas de pines, pegatinas, llaveros y más útiles de congreso. Tampoco se vieron puestecillos de artesanía ni rifas de viajes a Cuba. La renovación tiene eso, que se pierde sabor. A Javier Torres Vela se le ocurrió una nueva variante sobre la consigna del cambio tranquilo, pregonado por José Luis Rodríguez Zapatero: "Caminamos tranquilamente hacia el cambio". Nadie habló de sucesión. Con el óbito de Política Institucional -como se sabe, la gran perdedora- ha sido suficiente. Un triunfo del manolismo.
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