_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Teruel existe

Miguel Ángel Villena

La serranía de Albarracín y el precioso pueblo encaramado sobre un altozano en una de las estampas más impresionantes de Aragón; las muestras de arte mudéjar de una ciudad de Teruel situada en un escenario geográfico inverosímil sobre el río Turia, allí todavía llamado Guadalaviar; los recintos medievales de Mirambel, Calaceite y otras localidades del Maestrazgo; el ambiente fiero y místico a un tiempo de los tambores de Calanda y de Híjar; el centro histórico de Alcañiz; las estribaciones de Javalambre; la nostalgia del esplendor minero de Ojos Negros y de su ferrocarril hasta el puerto de Sagunto. El Oriente turolense contemplado desde el pico de Penyagolosa, en el límite entre el norte del País Valenciano y el sur de Aragón; la visión de un Teruel austero y profundo, noble sin más, desde el ejemplo de muchos compañeros de la Universidad; algunos días de invierno pasados en medio del frío, pero también de la calidez, de las placitas de Albarracín; los emigrantes que miraron más hacia el Mediterráneo que hacia la estepa, cruzaron los montes y vinieron a trabajar con nosotros, los valencianos; y las geniales películas de Luis Buñuel, quizá el hijo más irreverente e ilustre de esta "tierra callada" como la definió José Antonio Labordeta en una célebre canción.Claro que existe Teruel, aunque los caciques y un poder siempre lejano hayan tratado de enterrarlo entre miserias, abandonos y marginación. El pasado miércoles por la mañana me despertó, desde los micrófonos de Radio Nacional de España, la voz grave de Julio Zapater, un antiguo compañero de profesión y de muchas otras cosas, que narraba las huelgas, los cortes de carreteras y las manifestaciones que los 136.000 habitantes de Teruel protagonizaban para reclamar tan sólo su derecho a existir. Vecinos y amigos, compañeros en muchas ocasiones, los turolenses se merecen que los valencianos apoyemos sus peticiones de mejores carreteras, de más industria, de una agricultura modernizada, de un turismo rural, de una mejor asistencia sanitaria... En una palabra, de su derecho a existir.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_