Un tintorero en el mundo del rock
El barcelonés José Cadahia, de 29 años, es junto con su socio Dani Faidella, de 27, el nuevo propietario del antiguo Zeleste, espacio que, rebautizado como Razzmatazz, se inaugurará el próximo 14 de diciembre con un concierto que aún no tiene artista confirmado. Desde ayer el local ya dispone de la licencia de actividad -traspasada por la sociedad Almogàvers, la antigua dueña de la sala-, que desea presentar en el distrito "lo antes posible". "De hecho", dice Cadahia, "ya hemos pedido cita para iniciar las gestiones, de las que sólo espero un final positivo dado que cumplimos con todos los requisitos legales". La única incógnita todavía no despejada es si Razzmatazz podrá abrir su acceso por la calle de Pamplona, ya que esta salida está considerada de emergencia en los planos de la licencia. En cualquier caso, Cadahia afirma: "Se ha solicitado un informe a los bomberos y parece que será favorable, por lo que tengo muchas esperanzas en que también podamos abrir el acceso por esa calle".Cadahia se considera "un empresario" y rehúsa el término expendedor de cubatas para definir su actividad hostelera. "En todo caso", asegura, "si nosotros vamos a expender algo es música, elemento crucial para atraer a nuestros posibles clientes". Declarado fan de la Velvet, Ride, Suede, Bowie, los Beatles de Revolver y del White album, y de Perry Blake, Cadahia es también propietario de la empresa Sold Out, SL, que explota la franquicia de una cadena francesa de tintorerías llamada 5A Sec. Además gestiona las salas Mond Club y Mond Bar a través de la empresa Sinnamon. Para el nombre de su nuevo local nocturno de Poblenou, explotado bajo el paraguas de la firma Tiger Bay, ha escogido Razzmatazz, título de un tema del grupo Pulp cuya traducción sería algarabía o bullicio.
El ocio nocturno siempre genera fricciones con los vecinos, y aunque Cadahia no ha recibido quejas de manera directa, declara entender "las molestias que el vecindario puede sufrir cuando el público está en la calle". La difícil convivencia entre vecinos y locales tiene para él una solución atenuante: "Si las salas cierran a las cinco de la madrugada y el metro comienza a funcionar una hora más tarde, es normal que el público se quede tirado en la calle haciendo tiempo. Si se retrasara el horario de cierre de los locales o se adelantase el inicio del servicio del metro, muchos de estos problemas se solventarían". Dado que esta medida no está en su mano, Cadahia apunta: "Para evitar problemas con los vecinos, intentaremos dispersar al personal que se concentre en los accesos de nuestro local, lo que, dado que carecemos de autorización para actuar en la calle, jamás podrá basarse en medidas coercitivas". Por otro lado, Cadahia puntualiza: "Además, ésta es una zona con muy poco vecindario". Sea como fuere, el propietario del antiguo Zeleste niega que los contactos con el distrito hayan sido complicados a causa de los vecinos. "Desde los primeros contactos, tanto el departamento de licencias como la asesoría jurídica nos han manifestado que si cumplimos la normativa no se opondrán a nuestra actividad".
Con la mirada puesta en "llegar a programar conciertos propios a medio o largo plazo", la dirección de Razzmatazz ya tiene claros los alquileres que cobrarán a los promotores. La sala 1 costará 400.000 pesetas más IVA, precio que incluye equipo de luz, sonido, personal de carga y descarga, seguridad y catering básico de bebidas. La sala 2 costará 175.000 pesetas más IVA con equipo incluido. "De momento", señala, "la sala 3 nos la reservamos para realizar una programación propia y no prevemos cederla a los promotores".
Cadahia reconoce que desde que se ha hecho pública la reapertura del local ya tiene media docena de fechas reservadas para actuaciones en los meses de diciembre y febrero, y afirma con rotundidada que "la problemática de esta sala debía ser solucionada por el sector privado, y no por una administración que progresivamente ha de ir dejando paso a iniciativas de particulares".
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