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Ambiciones

Los socialistas andaluces inician hoy un congreso cuyos efectos no se detienen en Despeñaperros. Dado el peso casi decisivo de la organización andaluza, el éxito del proyecto de José Luis Rodríguez Zapatero depende en buena parte de él. El último Barómetro de Opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas da resultados espectaculares para Zapatero. Parece que ha logrado convencer a buena parte del electorado. Ahora hace falta que convenza también a sus compañeros.Los últimos congresos regionales del PSOE no han resultado muy favorables al cambio tranquilo. Y esto ocurre justo cuando la periferia del PSOE cuenta más: el vacío que dejó Felipe González lo han terminado llenando unas organizaciones regionales familiarizadas con unos recovecos de poder que son un misterio para la mayor parte de los nuevos dirigentes federales. No hay que olvidar que el proyecto de Borrell fracasó por varias razones: algunas eran producto de la torpeza del propio Borrell o de sus errores pasados, pero pesaron también mucho las zancadillas que le pusieron.

Excepto que se produzca una sorpresa de última hora, el congreso del PSOE andaluz prevé la confirmación del núcleo duro que rodea a Chaves, de esa guardia pretoriana que comparte el poder a través de las cuotas y que se ha encastillado tras el remedo maoísta del liderazgo indiscutible. Ese núcleo que se opuso a Zapatero dice haberse convertido al cambio tranquilo.

Es de temer que en el congreso de los socialistas andaluces termine imponiéndose el juego de intereses de las familias y de los cupos que mantiene al PSOE de espaldas a su electorado y que le hace consumir la mayor parte de sus energías. La rivalidad entre familias es más devastadora que las pugnas ideológicas que se dieron en el pasado.

Cuando existen rivalidades ideológicas siempre se puede buscar el común denominador. Cuando las rivalidades son de familias lo único que se pone en discusión es un puñado de cargos, cuyo número se reduce cada vez más según se van perdiendo votos, lo que, a su vez, hace aumentar la rivalidad y aleja la posibilidad de pactar.

El núcleo duro del PSOE andaluz no parece tener más ambición colectiva que la de dejar que todo siga como está, lo cual excluye, entre otras cosas, recuperar la capacidad de influencia perdida entre los sectores más dinámicos de la sociedad. Este conservadurismo se refleja en el perverso argumento que los dirigentes socialistas andaluces vienen manteniendo durante los últimos meses: mientras se sigan ganando elecciones, no hay que poner en duda el liderazgo político. Lo que equivale a decir que para replantearse el liderazgo político es necesario perder.

Teniendo en cuenta que enfrente tienen a Teófila Martínez, que no es una alternativa muy apetitosa, los socialistas andaluces aún tendrían que hacer muchos más esfuerzos que los que hacen para ser derrotados en las urnas. De momento, no parece haber otra alternativa a este PSOE carente de iniciativas que un PSOE con más bríos. Si no surge ese PSOE brioso, no sólo puede terminar ganando Teófila, sino el mismísimo Bartolín si el PP se empeña en presentarlo.

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Entretanto, y a falta de propuestas ambiciosas para Andalucía, más vale que del congreso del PSOE andaluz salga una dirección que se limite a torpedear lo menos posible el proyecto de Zapatero.

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