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Un congreso enigmático

El noveno congreso de los socialistas andaluces, contra las apariencias, viene lleno de enigmas y es mucho más complejo de lo que parece. Por debajo de una superficie serena, en las aguas profundas de la formación se agita una multitud de fuerzas antagónicas que no es posible ignorar. Chaves no las ignora. Otra cosa es que encuentre la manera de encauzarlas en la dirección que le ha marcado el 35 congreso: la de ese cambio tranquilo que a algunos pone tan intranquilos.La cuestión de fondo es cómo afrontar la nueva etapa sin defraudar el mandato recibido; qué nuevo mensaje transmitir a la ciudadanía andaluza para progresar en su favor y reconquistar la mayoría absoluta; paso fundamental para reconquistar también La Moncloa. El sector más conservador del partido, con la implacable lógica del poder, estima que no se está tan mal con un socio de gobierno, el PA, que se deja comprar a bajo precio y que ha empezado a destruirse a sí mismo. En cuanto al PP, tampoco por ese lado hay demasiadas preocupaciones, con una líder desautorizada desde Madrid -véase el peaje de la A-4- y cada día más pintoresca.

Los innovadores, por el contrario, creen que ésa es una posición suicida, que les llevará a perder cada día un poco más, aunque sea por el lado de la abstención, habida cuenta de que tampoco la gestión del gobierno andaluz es para tirar cohetes. En ese sentido, los esfuerzos de la ponencia marco por resaltar lo logrado se les antoja más voluntarista que real. Cierto que se han conseguido algunos avances testimoniales en política social y sanitaria -menos en la educativa, lo que no deja de ser preocupante, tratándose de un partido socialista-, y algún triunfo simbólico en materia económica. Así, el que otras comunidades hayan aceptado la tesis andaluza de la cesión de una "cesta de tributos", para resolver el grave problema de la financiación autonómica. En contra, naturalmente, el gobierno central, que en modo alguno quiere que Andalucía se quede con lo mucho que tributa por ser la comunidad más consumidora de España. Pero, frente a eso, han quedado demasiado en evidencia otras políticas, como la de Cajas de Ahorro, la de la televisión autonómica, o la de las muchas reivindicaciones pendientes con Madrid y atascadas sine die en los tribunales de justicia: deuda histórica, censo, varios presupuestos generales...

Chaves sabe, o debe saber, que no está muy lejos el día en que tenga que acudir a la movilización social, si quiere vencer en algo a José Mª Aznar y a su insoportable actitud de ningunear a los andaluces en todo y por todo. Para cuando eso llegue, ¿le sirve el núcleo duro de su actual equipo, aunque éste sea capaz de obtener mayorías búlgaras en sus respectivos feudos? Es más, un equipo que ya le ha hecho tropezar tres veces en política nacional (primarias Borrell-Almunia, apoyo a la candidatura presidencial de este último, y apoyo a Bono frente a Zapatero), ¿es el más indicado para los desafíos inminentes?

Ahí es donde está la clave de este congreso, aparentemente tranquilo. Seguro que Manuel Chaves no lo está tanto. Y no lo tiene fácil.

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