"El monólogo de Molly Bloom es una pequeña joya" RAMÓN DE ESPAÑA
Pregunta. Vamos a ver, Rosa, ¿tú te has leído entero el Ulises de Joyce o eres, como yo, de los que lo han intentado sin éxito varias veces?Respuesta. Me temo que soy de los tuyos. Es un libro que exige del lector una dedicación absoluta. No se puede leer a ratos perdidos, antes de dormir, en el autobús... Hay que dedicarle tiempo y energía. Un verano entero, por ejemplo. O ponerse enfermo, que es lo mejor que había para leer a Proust.
P. Pero ahí estás, con el monólogo de Molly Bloom...
R. Ese monólogo es una pequeña joya. Y no hace falta leerse la novela entera para comprenderlo y disfrutarlo. De hecho, hacía 22 años que tenía ganas de representar esa versión que Sanchis Sinisterra hizo del texto de Joyce. Desde que se lo vi interpretar a su mujer, Magüi Mira.
P. Veintidós años son muchos años, ¿no?
R. La cosa ha ido por fases. Hace un tiempo me llamaron del Teatreneu para participar en unas lecturas de textos teatrales. La típica llamada que empieza con la terrible frase "no tenemos un duro, pero...". Como ya estoy acostumbrada al componente de ONG que tiene este oficio y el que llamaba era un tipo muy simpático, les dije que de acuerdo, y escogí el monólogo de Molly Bloom. Y llenamos el teatro. Varias veces. Ante mi gran sorpresa, la gente se enganchaba al soliloquio de la pobre Molly y se identificaba con ella. Y eso es lo que ha sucedido también ahora. Es un texto con mucha fuerza.
P. Pero se lo llevará el viento. ¿No crees que deberían grabarse en vídeo las obras teatrales para que no desaparezcan? Es lo que acaba de hacer, por ejemplo, Peter O'Toole con su gran éxito Jeffrey Bernard is unwell.
R. Sí, debería hacerse. Y se hace en algunos casos, pero no se ponen las cintas a la venta. Si participas en el montaje, te lo venden por el módico precio de 1.500 pesetas.
P. ¿Qué fue de Gloria, la obra de Eduardo Mendoza que tenías que montar con los de Focus?
R. Preferiría no hablar de esa gente.
P. Entonces lo haré yo. Antes del verano me pidieron que les enviara un monólogo que había escrito y leído en el festival de Sitges, para proceder a su estudio durante el mes de agosto. ¡Estamos casi en diciembre y si te he visto no me acuerdo!
R. Digamos que la buena educación no se cuenta entre sus muchas virtudes.
P. De todas maneras, supongo que con una obra de Eduardo en las manos te cayeron algunas ofertas para montarla, una vez que se había desentendido Focus del asunto.
R. Supones mal. No llamó nadie. Al final decidimos con Eduardo meterla en un cajón. Creímos que le convenía una cura de reposo.
P. ¿De qué iba? No te lo preguntaría si se hubiera editado, como pasó con la anterior, Restauración, pero como no ha sido el caso...
R. A Eduardo no le gusta publicar obras que no se han estrenado porque él las da por terminadas la noche de la primera función. Si creo que es el autor teatral vivo más interesante es porque tiene la humildad de considerar sus textos como algo que va tomando forma en los ensayos. Eduardo no es de los que dan las cosas por cerradas y se niegan a que les cambien una coma... Usando su lenguaje, yo diría que Gloria es una comedia ligera. Hay seis personajes y transcurre durante una sola noche en Barcelona. Acaba con una nevada. Es una historia poética, humana, humorística...
P. A veces pienso que a Eduardo le gustaría ser Carlos Prullás, el protagonista de Una comedia ligera...
R. A mí lo que me gustaría es que escribiera de una vez Arrivederci, pollo, la magna obra del infeliz de Prullás.
P. Gloria la tenía que dirigir Mario Gas, ¿no?
R. Bueno, ya conoces a Mario. Es un tipo estupendo y yo le quiero mucho, pero su especialidad es enrolarse en doce proyectos a la vez y torearse durante un año a actores, productores, empresas... ¡Lo suyo es admirable!
P. ¿Cómo ves lo del nuevo Lliure?
R. Ahora bien. Tengo mucha confianza en Montanyés, que es quien se ha tragado todos los marrones y quien ha acabado llevando las cosas a su sitio.
P. Hubo un momento en el que pareció que Lluís Pasqual se convertía en el Flotats de los sociatas, ¿no?
R. Algo de eso hubo, pero creo que todo va a acabar bien. El teatro es precioso. Y el nuevo Institut del Teatre también. La verdad es que me dan mucha envidia los chavales que van a estudiar ahí. Me temo que nací demasiado pronto.
P. Ahora, gracias a los culebrones de TV-3, ser actor es como respetable, ¿no?
R. Tan respetable que a veces dan ganas de que todo vuelva a ser como cuando los actores eran simples cómicos, unos desgraciados que no tenían donde caerse muertos... Yo comprendo que los padres de familia consideren a TV-3 la Caixa de la interpretación, pero ser actor es otra cosa. Ser actor es arriesgarse, es elegir a veces entre el oficio y la familia... En la vida hay que tomar decisiones. Yo las he tomado, he preferido el oficio a la familia. Y a menudo echo de menos, por ejemplo, no haber tenido un hijo.
P. Puedes adoptarlo.
R. No, no puedo porque no tengo una nómina ni unos ingresos fijos... Mira, la gente cree que los actores llevan una vida desordenada, que se lían unos con otros, que viven en una juerga permanente... Y yo te aseguro que ser actriz es una de las profesiones más solitarias del mundo. Tal vez porque, lo reconozco, no es fácil vivir con una actriz. Puede ser fascinante, pero fácil no... De todas maneras, nunca me ha gustado mucho hablar de mi vida privada. Tal vez porque este oficio es tan público, tan propenso a la exhibición constante, preservas mucho tus parcelas de intimidad.
P. El cine nunca te ha interesado mucho, ¿verdad?
R. ¡Mentira! Me encanta el cine y me gustaría que me llamaran para hacer películas. Pero supongo que debería vivir en Madrid, ya que la industria de aquí es prácticamente inexistente. Volvemos a las elecciones. En un momento dado, opté por el teatro y por quedarme en mi ciudad. Y no lo lamento, aunque esto es una lucha. Te dan 10 años para triunfar y, si no lo consigues, te empiezan a ofrecer papeles secundarios y te piden amablemente que te apartes, que hay que dejar sitio a los jóvenes. Cuando de lo que se trata es de que haya sitio para todos, ¿no?
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