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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Conocimiento y firmeza

Querido Ernest Lluch: no vamos a glosar tu figura como economista, ni como intelectual, ni como ministro, ni como político. Son muchos los que pueden hacerlo mejor y con más conocimiento de causa.Sólo escribimos para expresar el dolor, la tristeza, la rabia que tu asesinato nos produce a muchos y con la esperanza de que alguno de los desalmados que participan o apoyan esta locura lea esto y reflexione. También para decirles que nunca dejaremos de tener las manos blancas. Que habiéndote asesinado a ti nos han matado un poco a muchos. Que crece entre los que no vivimos bajo la dictadura, ni corrimos delante de los grises, ni fuimos expedientados en la universidad, ni encarcelados, la incomprensión ante un fenómeno que en nombre de la supuesta libertad de un pueblo termina con un tiro en la nuca de aquellos que no comparten unos objetivos. Que no comprendemos que lo que no pueden conseguir en las urnas lo intenten alcanzar en un garaje oscuro y por la espalda. Que no entendemos que alguien termine muerto en nombre de una causa perdida de antemano. Que no podemos aceptar que nadie siegue una vida dedicada al servicio público y a la democracia.

Ya sabemos que nos dirías que tu muerte no es distinta a muchas otras, que no busquemos un sentido a ésta que la haga distinta a las demás. De acuerdo. Pero debes entender que esta vez el dolor es más intenso.

Llegamos a Madrid para trabajar a principios de los noventa

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y vivimos en tu piso durante algunos años. Y compartimos el placer de conversar contigo durante muchas noches hasta altas horas de la madrugada. Una tras otra, aunque nos venciera el sueño, gozábamos escuchándote hablar de lo divino y lo humano, de política, de fútbol, de economía, de política sanitaria, de libros, de artículos y, muchas veces, del problema de la violencia en el País Vasco. De un País Vasco del que estabas profundamente enamorado y que conocías perfectamente.

Y como muchos otros, aprendimos. Aprendimos que las cosas en política no son blanco o negro. Que uno no puede dejarse llevar por la pasión. Que la obligación de los políticos no es tanto encauzar los sentimientos de los ciudadanos sino de aportar soluciones a sus problemas. Que los problemas, cuando existen, siempre pueden solucionarse mediante el diálogo. Sabíamos además, de tus esfuerzos por lograr que éste se impusiera en cualquier circunstancia.

Intentamos localizarte hace unas semanas para comentarte el nacimiento de nuestros respectivos hijos. Fue imposible. Siempre tan ocupado. Les hablaremos de ti cuando sean mayores. Del País Vasco y del Barça. Pero también de sensibilidad, de austeridad, de compañerismo, de saber escuchar, de emitir opiniones basadas en el conocimiento y, sobre todo, de firmeza. Firmeza ante estos cobardes.- Pep Ruiz y David Vegara.

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