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Entrevista:

"Los europeos no pueden ser gobernados en común"

Berna González Harbour

Mientras William Hague no logra cuajar como dirigente del Partido Conservador británico, otro líder está creciendo a su vera. Michael Portillo, ex ministro de Defensa con Margaret Thatcher, hijo de un exiliado español, y que regresó hace un año al panorama político británico tras recuperar su escaño perdido, se ha convertido en el auténtico hombre en la recámara.Portillo, de 47 años, desembarcó en el último congreso tory, hace pocas semanas, con un discurso aperturista y social que sorprendió. Meses antes también había reconocido un pasado homosexual, que chocaba con su imagen de intachable. Abandonando sus tesis más derechistas, Portillo intenta ahora ampliar el abanico electoral de los conservadores en un país que -cuenta con satisfacción-, vive su propia revolución. "Hoy es una sociedad muy fluida, mezclada étnicamente, culturalmente rica, cosmopolita, meritocrática. El Reino Unido está irreconocible".

Pregunta. En el último congreso tory, usted sorprendió con un discurso mucho más humilde, abierto y progresista que la imagen de derechas que tenía.

Respuesta. Es obvio que el Partido Conservador fue golpeado en las últimas elecciones muy, muy duramente y que las bases de su apoyo se han hecho estrechando mucho. Mucha gente tiene la impresión de que el Partido Conservador está en contra de muchas cosas, en contra de algunas formas de comportamiento y de alguna gente, y no tienen ni idea de que estamos a favor de muchas cosas, de que somos un partido que cree en las oportunidades, un partido para toda la gente británica, así que quería dejar claro que el Partido Conservador es un partido para cada parte de la sociedad británica, para cada minoría étnica y para cualquier tipo de minoría también. Mucha gente cree que estoy dando la espalda al thatcherismo. Y de eso, nada. Uno de los talentos de la señora Thatcher era que atrajo a grupos de personas que antes jamás nos habían votado, y lo consiguió porque ella tenía el instinto para detectar lo que era importante para ellos, y lo podía expresar en su lenguaje, y eso es lo que tenemos que hacer. Últimamente, el Partido Conservador parece que sólo habla con pasión de la cuestión europea, pero necesitamos apasionarnos también sobre las cuestiones sociales, sobre la educación, sobre la sanidad, la pobreza, el crimen.

P. Usted tenía una imagen de arrogancia y distanciamiento que choca con su nuevo discurso. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?

R. Todos somos productos de nuestra experiencias, y uno de los consuelos de hacerse mayor es que vas consiguiendo más experiencias y, por supuesto, cambias con estas experiencias. Todos los conservadores tienen que pensar muy seriamente. Fuimos golpeados muy, muy duramente en 1997 y obviamente tenemos que pensar en ello con mucho cuidado. Pero por encima de todo eso, si eres un liberal en lo económico, también deberíamos ser liberales en lo social. No corresponde al Gobierno decir a la gente cómo debe vivir su vida.

P. ¿Y con Hague pueden conseguir este cambio?

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R. Sí. De hecho, ayer, en una entrevista por televisión, aprovechó la oportunidad para decir cosas similares a lo que yo dije en el congreso del partido, que el partido está abierto a toda la gente.

P. ¿Cuándo tendrá usted su oportunidad?

R. ¿Quiere decir que cuándo serán las elecciones?

P. No, quiero decir que cuándo será usted el líder.

R. Bueno, yo soy un líder. Soy uno de las tres, cuatro o cinco personas que están hoy al frente del Partido Conservador. Trabajo con mis colegas por la imagen del Partido Conservador. No busco nada más ni nada por encima de eso.

P. ¿Qué opina de la tercera vía?

R. Ya no oímos mucho sobre la tercera vía. Parece que fue una moda de una sola estación. Creo que no existió, que no tuvo ninguna base intelectual. Lo que de verdad está pasando es que el Partido Laborista ha hecho un gran cambio en sus políticas este año, mucho más próximo al viejo estilo. Ahora están colocando sus esperanzas en altos niveles de gasto. Hemos vuelto a la división clásica entre los conservadores, que creemos en contener el peso del Estado, y los laboristas, que quieren ampliarlo.

P. Muchos votantes tories aseguran que su pasado homosexual le va a perjudicar.

R. No, no creo... No creo.

P. ¿Y su origen español?

R. No, no creo, no. Creo que... Como sabe, hablo mucho de ello y creo que es útil, me da un respiro y una serie de experiencias distintas que son útiles, pero no, no creo que sea perjudicial... Quiero decir, volviendo a su anterior pregunta, la razón por la que dije que no es que creo que la visión exterior del Partido Conservador es bastante diferente de lo que en realidad es este partido. Es verdad que el Partido Conservador tiene bastantes militantes mayores, pero precisamente porque son mayores han visto prácticamente todo en sus vidas y han tenido en sus familias todo tipo de experiencias, y ahora son gente de mente más abierta.

P. Llega a Madrid cuando se cumplen 25 años de la muerte de Franco. ¿Qué le dice esto?

R. No sólo recuerdo perfectamente el día que murió Franco, sino que recuerdo muy bien la era de Franco. Recuerdo ambas cosas, en casa, porque mi padre hablaba de Franco todo el tiempo. Mi padre culpaba a Franco personalmente de todos los demonios que sufría España y él mismo. Estaba obsesionado con Franco. Pero también recuerdo venir a España en los sesenta y ver qué diferente era socialmente, políticamente. En estos años España se ha hecho parecida al resto de Europa.

P. Y hablando de Europa. ¿Por qué sigue tan reacio al euro, frente a sectores del Partido Conservador que ya lo defienden?

R. Por muchas razones. Primero, económicamente, Europa tiene muchas economías diferentes, y la idea del euro es que tienes una tasa de cambio y una tasa de interés para toda Europa, a pesar de esas diversidades. Y creo que una tasa única de interés será errónea para muchos lugares en muchos momentos. Es erróneo para Irlanda. Irlanda tiene alta inflación, pero los irlandeses ya no pueden hacer nada porque no controlan sus propias tasas de interés. Y la segunda razón es política. Los europeos no tienen suficientes valores políticos específicos en común como para desear ser gobernados en común. Cuando hay elecciones al Parlamento Europeo, no estamos de verdad celebrando elecciones europeas, sino 15 elecciones nacionales diferentes.

P. ¿Cuál sería su modelo para Europa?

R. Mi modelo es flexibilidad y diversidad. Deberíamos ampliar Europa lo más rápidamente posible. Es importante incorporar a las democracias de Europa del Este y apuntalar sus democracias convirtiéndolas en socios, pero aumentará aún más la diversidad, particularmente la diversidad económica de Europa. Y deberíamos tener acuerdos que permitieran a distintos países hacer distintas cosas en distintos grupos. La diversidad, la comparación, la competencia, van a traer mucha más eficiencia y éxito que si tenemos un modelo único y un marco para todos.

P. Gales y Escocia están seriamente hablando de independencia. Irlanda del Norte también sigue otro camino. ¿Quién va a defender a Inglaterra? ¿También necesita su autonomía?

R. No quiero hacer nada que lleve a la ruptura del Reino Unido. Tenemos autonomías y espero que en Escocia los escoceses harán que funcione la autonomía sin que deseen el siguiente paso, la independencia. Espero que usted no tenga razón en la idea de la independencia como algo inevitable, pero no creo que debamos provocar con esa cuestión. Los cambios constitucionales que ha hecho este Gobierno están sin atar, y necesitamos atarlos bien. Por ejemplo, ahora se da el caso de que los diputados ingleses en Westminster no pueden votar sobre educación y sanidad en Escocia, pero los diputados escoceses en Westminster pueden votar sobre educación y sanidad en Inglaterra, y esto parece injusto. Así que deberíamos tener una regla de que en el Parlamento de Westminster hubiera ciertos votos sobre asuntos ingleses en los que sólo los diputados ingleses pudieran votar. Pero preferiría eso, que sería un cambio de procedimiento, que una autonomía para Inglaterra o el establecimiento de una nueva institución. No desearía ver eso.

P. ¿Qué piensa de la autonomía en sí? Ya no existe el Reino Unido que había hace 10 años.

R. No, ya no está. Pero así es la vida. La autonomía es lo que la gente quiere. Y uniendo esto a la cuestión de Europa, parece una clara corriente de la historia que la gente quiere que sus decisiones se tomen cerca de ellos, no lejos. La corriente es hacia autonomía, no hacia centralización.

P. Los viejos tories echan de menos aquella Inglaterra en la que los trenes funcionaban sin accidentes, la clase acomodada votaba tory y los trabajadores votaban labour.

R. (Ríe). Nunca hubo una Inglaterra en la que no hubiera accidentes de trenes, por desgracia. Recuerdo a mis hermanos, que eran mayores que yo, ir a ayudar tras un accidente con cerca de 250 muertos. Así que nunca hubo esa Inglaterra. Y en mis primeros recuerdos de la infancia yendo a Escocia con mi madre, que es escocesa, los trenes siempre iban tarde. Y en mis tiempos como ministro de Transportes también hubo accidentes. Y eran públicos. Ahora están privatizados, así que eso no es lo que marca la diferencia. Socialmente, el país ha cambiado enormemente, eso es verdad. Pero el Partido Conservador ha estado en la vanguardia de ese cambio. Si piensas en ello, nuestros últimos cuatro líderes, Edward Heath, Margaret Thatcher, John Major y William Hague, tienen orígenes bastante modestos. No eran aristócratas. E hicieron su viaje en la vida, cada uno de ellos de forma muy representativa de la Gran Bretaña en la que creemos, que es meritocrática y justa. Hague fue a la escuela pública, yo también, y es Blair el que fue a la privada. Así que ha habido enormes cambios sociales. Gran Bretaña es enormemente diferente, y yo estoy encantado al ver que hoy es una sociedad muy fluida, meritocrática, muy mezclada étnicamente, culturalmente muy rica, con Londres como centro cosmopolita. El estilo de vida es muy atractivo. Inglaterra es un lugar muy atractivo para llegar, hacer negocios, tener una segunda casa... Así que Gran Bretaña está irreconocible, y si no fuera así, yo no estaría ni habría estado en las posiciones que he tenido.

P. Bueno; por supuesto, usted no me va a hablar contra Hague. Pero ¿cuál es el porcentaje de derrota que debería marcar su retirada como líder del partido?

R. Sólo debemos tener un objetivo en la cabeza, que es la victoria.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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