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Rusia busca letrista para su himno

En apenas dos días, los termómetros han saltado en Moscú de 4 grados sobre cero a 12 bajo cero. Es el primer aviso del general invierno. En el Extremo Oriente, la falta de calefacción mata literalmente a la gente de frío. Sin embargo, la atención del país está puesta en otro tema que toca al corazón y la memoria colectiva del pueblo: el himno nacional.El miércoles, los líderes de las 89 regiones de Rusia, reunidos en el Consejo de Estado, recibieron un disco con ocho composiciones que se sometieron a debate, entre ellas un tema de la cantante pop más famosa del país: Ala Pugachova. Era una selección de los centenares de propuestas llegadas de todo el país. Los gobernadores designaron dos finalistas que se someterán al dictamen de la Duma (Cámara baja del Parlamento): el antiguo himno soviético (con el que Stalin sustituyó a La Internacional en 1944), aunque con una letra diferente a decidir posteriormente, y el actual himno ruso, la Canción Patriótica del compositor del siglo XIX Mijaíl Glinka, al que también habría que buscar texto.

La falta de letra del himno nacional ruso ha sido objeto de numerosas protestas, sobre todo de deportistas, como los integrantes del equipo de fútbol Spartak de Moscú y los ganadores de medallas de oro en los últimos Juegos Olímpicos de Sydney. No les sirve de consuelo que exista algún otro país, como España, que se encuentra en la misma situación, sin que nadie haga de ello una tragedia. Maya Plisetskáya, la mítica bailarina, es partidaria, sin embargo, de que las cosas sigan como están, con el argumento de que "hay músicas más expresivas que cualquier letra".

El problema es que el nuevo himno no ha cuajado, y no sólo porque le falte letra. Muchos rusos todavía no lo dominan, mientras que pueden entonar, sin fallar una nota, el viejo himno soviético, grabado a fuego en el inconsciente colectivo. La renovación generacional no basta. Diez años de nueva Rusia no son nada. Muy especialmente para los comunistas, todavía el primer partido de Rusia y que, el pasado día 7, aniversario de la Gran Revolución de Octubre de 1917 (que, por cierto, estalló en noviembre), gritaron todavía los viejos versos enfrente de la estatua de Carlos Marx, a tiro de piedra del Kremlin. En la era de Yeltsin, que hizo del fin del comunismo la clave de su acción de Gobierno, esta peculiar restauración habría sido imposible. Y eso que él era un típico homo sovieticus. Pero Vladímir Putin, que lo es tanto o más, parece de otra pasta, se enorgullece de haber sido un agente del KGB y, sin abjurar del tránsito hacia la democracia y la economía de mercado, dirige a veces el país con ecos del tiempo pasado. Con él sí que es posible que se restaure el himno soviético. Se dice que está a favor, aunque públicamente no tome postura. Y fue él quien encargó al gobernador de San Petersburgo, Alexandr Yakóvlev, que estudiase cómo zanjar la cuestión.

Por supuesto, habrá que buscar una letra nueva al himno soviético ya que no sería de recibo entonar ahora versos como estos, surgidos de la pluma de Serguéi Mijalkov, padre del oscarizado cineasta Nikita Mijalkov (la música la compuso Alexandr Alexandrov): "!El partido de Lenin, la fuerza del pueblo, / nos conduce al triunfo del comunismo". O como estos: "En la victoria de las ideas inmortales del comunismo / vemos el futuro de nuestro país". O como estos: "El gran Lenin nos iluminó el camino / y levantó a los pueblos por la causa justa". O como aquellos otros que saltaron en 1956 cuando Nikita Jruschov denunció los horrores de la represión estalinista: "Nos educó Stalin para ser fieles al pueblo, / él nos inspiró para el trabajo y las hazañas". Entre 1956 y 1977, por cierto, tampoco hubo una letra oficial, tal vez para que no se apreciara la censura de esta referencia al hombre de acero. Los comunistas ya se frotan las manos, especialmente después de que Unidad, el partido del poder, segundo grupo en importancia de la Duma, se ha manifestado a favor de restaurar el himno soviético. Ahora confían en que se tomarán la revancha de su derrota de 1998 cuando sólo obtuvieron 242 de los 300 votos que necesitaban para restaurar el himno y la bandera roja.

En las filas liberales se hace notar que el himno es un símbolo del país y que restaurar el de la URSS sería como admitir la validez de aquel modelo social y político. En todo caso, la polémica abre una herida más en Rusia. Lo último que necesita este inmenso país para encontrarse a sí mismo.

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