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Los republicanos dicen ante el Supremo que el recuento manual es un ejercicio de adivinación

El caso del recuento manual ha quedado visto para sentencia. En una audiencia histórica, el Tribunal Supremo de Florida escuchó ayer los argumentos del equipo del republicano George W. Bush y del demócrata Al Gore para determinar si esos sufragios contados a mano deben incluirse en el resultado final de las elecciones presidenciales en ese Estado. Lo que subyacía entre ambas posiciones encontradas es si la protección del derecho sagrado al voto está por encima de los plazos discrecionales, impuestos por la secretaria de Estado de Florida, Katherine Harris. Mientras que el tribunal se retiraba a deliberar, proseguía dicho escrutinio en tres condados, que el propio Supremo había autorizado previamente.

"Los sufragios que reflejen la intención de un votante deben contarse, incluso si la papeleta no estaba marcada de una forma que pudieran leerla las máquinas del recuento automático", arguyó David Boies, el principal letrado de Gore, refiriéndose a la necesidad de contabilizar los distintas grados de perforación de las papeletas. Para el bando republicano eso equivale a un juego de "adivinación de la intención del votante", que se presta a errores involuntarios o intencionados, y además trata desigualmente a otros ciudadanos de Florida cuyos votos no se "recuentan".La disputa pronto derivó en la interpretación legal del calendario para entregar los escrutinios. Michael Carvin, el abogado de Bush, le dijo a los siete magistrados que "incluso si las juntas electorales decidieran incluir los recuentos lo deberían hacer dentro del plazo de siete días establecido por la ley". Ese plazo finalizó el pasado día 14, pero la ley permite extenderlo cuando se den circunstancias extraordinarias. Los condados de Palm Beach y Broward iniciaron el recuento para cumplir con el primer plazo pero tuvieron que interrumpido varias veces por las órdenes y contraórdenes que recibieron.

Kafkiana y revolucionaria

Según los demócratas, la secretaria Harris, de "una forma kafkiana y revolucionaria, ha tratado una y otra vez de impedir a los condados que recontaran, ordenándoles que lo detuvieran y luego ha rechazado los recuentos diciendo que no estuvieron a tiempo".Los magistrados -que no pararon de cuestionar a las partes- deberán decidir no sólo si los recuentos se deben incluir en el resultado final, sino cuándo se deben entregar y cómo se debe hacer. Y también si la secreatria Harris abusó de su discreccionalidad al negarse a incluirlos. Aunque el Tribunal Supremo le prohibió el pasado viernes a Harris que anunciara el ganador de Florida hasta que no se celebrara un juicio sobre el caso, y aunque en dos ocasiones esa instancia judicial ha fallado a favor de que los recuentos continuaran, la decisón que tome ahora es impredecible. También lo es el tiempo que va a tardar en tomarla, aunque se espera que sea esta misma semana.

Tienen varias opciones: reafirmar la discreccionalidad de Harris y dejar que excluya los escrutinios manuales; obligarla a que los incluya extendiendo los plazos y estableciendo una metodología para hacerlos; ordenar un recuento en todo el estado o, incluso, una nueva elección. Esta última es bastante improbable, según los juristas.

Los siete magistrados tienen ante sí un ejercicio de malavarismo. Cualquiera que sea su decisión, deberá encontrar una fórmula para uniformar el proceso, de manera que ninguna de las partes quede en desventaja. Por ejemplo, los republicanos se quejan de que sería injusto que sólo se recuenten a mano los votos de los condados demócratas (a pesar de que ellos tuvieron la posibilidad de solicitar que se hicieran en otros condados y la perdieron al "arrinconarse" a sí mismos calificándolos en general como ilegales).

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Cambiar el destino del país

La audiencia fue retransmitida en directo por la televisión nacional. En la sala sólo se permitió la entrada a 170 personas, incluidos 28 periodistas. Mientras en Tallahassee se celebraba la vista que puede cambiar el destino del país, los tres condados que son el eje del controvertido escrutinio seguían revisando uno a uno más de un millón y medio de sufragios.No faltaron los momentos de tensión, después de que los republicanos montaran una guardia pretoriana en torno a los funcionarios y voluntarios que llevan a cabo la operación, acusándoles de tener prejuicios. En Palm Beach, por ejemplo, el juez Charles Burton, que preside la junta electoral, se dirigía a los recontadores advirtiendo: "Éste no es un anuncio demócrata ni republicano".

Ese condado acabará el recuento en dos o tres días, y el de Broward podrá tener listos los resultados para mañana, mientras que el de Miami Dade -que empezó ayer- podría haber acabado para el 1 de diciembre, sin saber si al final tendrán alguna utilidad. Todo depende de la crucial decisión del Tribunal Supremo.

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