'El Pequeño' da la talla
Sus goles al Barcelona redescubren al chico "listo" de Leganés
Contra las leyes de la física, Víctor Fernández no corre con pasitos cortos pese a sus 166 centímetros, sino con grandes y felinas zancadas. A ellas une una astucia natural -"soy listo; como si pensara antes la jugada", dice- y una prodigiosa técnica para pintar goles como los dos al Barcelona en el Camp Nou. Desde que a los nueve años debutó en el benjamín del Entrepeñas, de Leganés (Madrid), Víctor, de 26 años, practica caños, quiebros y tiros a a la escuadra, su rincón más visitado de la portería contraria.Apenas durmió un par de horas tras el exitazo del domingo. Repasó las jugadas cientos de veces. "Mi principal virtud es la humildad. Sigo con los amigos de siempre, los de Leganés", advierte. Allí le llevó cuando tenía cuatro meses el trabajo de sus padres, de Castuera (Badajoz).
Siempre fue delantero. "Mi padre [Juan, un metalúrgico que entrenaba al equipo del colegio] me dio el 9 y me dijo que no me lo quitara nadie. Su ídolo era Juanito; el mío, Butragueño", evoca Víctor desde Vila-real, donde vive con su novia, Nuria.
"Es muy bueno, pero demasiado pequeño". Una cantinela, "la excusa que me daba el Real Madrid para no ficharme. Al final, como vieron que no crecía, me ficharon igual. Tenía 15 años y Del Bosque se portó muy bien".
En el Madrid aprendió la mentalidad ganadora y que los futbolistas son moneda de cambio. Ramis y él sirvieron para pagar al Tenerife el fichaje de Redondo. Debutó en la Primera División "el 4 de septiembre de 1994", recuerda, pero el Tenerife no le dio "bola". Lo pasó fatal hasta que se marchó al Toledo. Con él marcó 10 goles en media temporada y el Valladolid le echó el lazo. En sus filas pasó cuatro excelentes años minimizados por una pubalgia y una apendicitis. El pasado 15 de febrero fue, ante Croacia, internacional por primera y única vez. El preludio de su cambio de aires. Llegó el Villarreal y puso la pasta: los 1.200 millones de la cláusula de rescisión. Algunos de los clubes grantes se tiran ahora de los pelos: "¿Cómo se nos escapó?" La cláusula ya es de 5.000. "Soy un risueño. Voy mucho al cine, a ver pelis de risa. Las de miedo no me gustan. Soy un cagón", declara.
El Pequeño, como le llaman cariñosamente en el vestuario, adora el fútbol, se graba todos sus goles y estudia para entrenador. Le molesta que todo cambie tan rápido en este deporte y confiesa su peor defecto: protestar a los árbitros. Su favorito para la Liga, por cierto, es el Deportivo.
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