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Los colonos judíos, acusados de hacer una guerra 'sucia' contra los palestinos

Un singular toque de queda se ha establecido en las zonas rurales de Cisjordania. Los colonos judíos radicales han trasladado su guerra secreta al norte de los territorios autónomos, donde desde hace cuatro semanas acosan sin tregua a los campesinos, impidiéndoles trabajar en el campo. La situación está provocando la alarma de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, que responsabilizan a las milicias de colonos de haber asesinado, al menos, a una decena de agricultores y herido a más de un centenar.

Insultos a Mahoma

"Nadie puede trabajar en el campo a partir de las cuatro de la tarde. Es demasiado peligroso. Las milicias de los colonos patrullan sin cesar por todas partes", se lamentaban ayer las autoridades palestinas de Nablús, mientras trataban de poner orden a un alud de informaciones y quejas que les llegan a diario de todos los rincones de la provincia. Se afirma que las milicias provenientes de los asentamientos judíos han logrado establecer sus propias reglas de juego.La movilización de los judíos armados en las zonas rurales palestinas ha venido precedida este otoño por una oleada de violencia similar que se inició en los suburbios árabes de Jerusalén Este, al poco de iniciarse la Intifada. Estas mismas tropas sin uniforme lograron durante dos semanas provocar el pánico de la población árabe urbana al apedrear sus ventanas, destruir sus vehículos e incendiar incluso sus comercios.

"Eran cerca de las diez de la noche. Vinieron los colonos y atacaron nuestra casa. Rompieron los vidrios de las ventanas con piedras y botellas vacías. No podíamos hacer nada por detenerlos. Gritaban sin cesar: '¡Muerte a los árabes!'. El ataque duró hasta las cinco de la mañana. Al día siguiente, cuando fui a la comisaría israelí, no me hicieron caso. Me dijeron que diera cuenta de los desperfectos al seguro", explica una anciana de 68 años de la población de Beit Hanina, en los límites de Jerusalén. El testigo de aquella primera oleada de violencia colona asegura que los ataques se repitieron durante varios días y se propagaron también a otros núcleos urbanos.

Las declaraciones de estos palestinos atormentados constituyen el núcleo central de un minucioso informe que la organización de defensa de los derechos humanos Law, con sede en Aram y Ramala, ha venido elaborando en estos últimos días. El trabajo efectuado bajo la dirección del responsable de la organización, Shawqi Issa, trata de desvelar uno de los aspectos más oscuros y menos conocidos de la revuelta palestina contra Israel; la guerra secreta de los colonos.

"Eran como unos 200 colonos. Algunos llevaban armas. Empezaron tirando piedras contra la casa, mientras insultaban a Mahoma y al Corán. Nosotros habíamos cerrado todas las luces y teníamos preparadas desde hacía horas piedras y botellas arriba en la terraza. Estábamos dispuestos a defendernos. La policía israelí no hizo nada por detenerlos", recuerda otra palestina, vecina del barrio de Shoafat, a las puertas de Jerusalén. La violencia urbana de los colonos, apoyada por las milicias clandestinas de los grupos radicales judíos del rabino Kahane y con la protección del Ejército, quedaron neutralizadas gracias a la movilización de las fuerzas paramilitares palestinas de los Tanzim, que lograron poner en pie comités de autodefensa e instalar una red de alertas en cada uno de los minaretes de las mezquitas y que contó con el apoyo de las cadenas locales de televisión.Las acciones violentas de la milicia de los colonos judíos se han trasladado ahora hacia el norte de Cisjordania, en una operación que, según éstos, trata de proteger a sus asentamientos, enclavados en medio de una región hostil, de mayoría árabe. Esta guerra secreta de los colonos ha dejado por ahora sobre el campo de batalla más de una decena de muertos, entre los que se encuentra un niño de siete años, Ahmad Amin al Jofash, vecino del pueblo de Mordah. Su cuerpo fue reiteradamente arrollado hace tres días por un coche de un vecino de un asentamiento hasta provocarle la muerte. El incidente cuenta con el testimonio de 26 testigos, entre ellos varios familiares, que en el momento de los hechos se dirigían a recoger aceitunas a un campo cercano.

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