_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Navidades

Miguel Ángel Villena

Se extrañarán ustedes del título de esta columna publicada un 10 de noviembre. Pero seguro que ya habrán visto tiendas adornadas con motivos navideños, quizá hayan comprado lotería del gordo y muy probablemente su empresa está organizando la noche de Reyes para sus hijos. Mes y medio antes de esta celebración del cristianismo, la invasión del gran circo del comercio de sentimientos ha echado a andar. Lejos quedan la emoción del montaje artesanal de los belenes o los nervios de las cabalgatas de Reyes antes de que las retransmitieran las televisiones y los niños permanecieran en casa para verlas a través de una vídeoconsola. Hoy los Magos llegan en noviembre y acuden a los grandes almacenes y no a los balcones. Toda fiesta responde a una liturgia, a unos ritos y sobre todo a una puesta en escena. Tanto si la conmemoración es religiosa como si procede del paganismo, la fiesta ha de respetar un calendario. ¿Se imaginan el Misteri en febrero o las Fallas en agosto?El cambio de las estaciones, las cosechas, la situación del sol o de la luna constituyen elementos imprescindibles de la magia de una fiesta. Sin poesía la festividad pasa de ser una representación a convertirse en una parodia o en una burda imitación de los norteamericanos. Como ha ocurrido, por ejemplo, con la noche de Halloween. Hace años acudí a presenciar ritos impresionantes de la Semana Santa como los empalados de La Vera cacereña o els pelegrins de Les Useres, en Castellón. En ambos casos sus oficiantes desafiaban la presencia de cámaras fotográficas y llegaban a enfrentarse a los forasteros para que respetaran las reglas del juego. "Estamos asistiendo a una celebración y no a una mascarada", solían exclamar ante la presencia de los turistas. Desde mi actitud laica sus exclamaciones me parecían entonces propias de integristas religiosos. Ahora que las Navidades se han convertido en un inmenso negocio y que en apenas unas décadas han perdido todo su sentido, pienso que aquellas personas sólo defendían el misterio, el encanto y las señas de identidad de una fiesta.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_