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Un inconformista en el 'oasis catalán'

Josep C. Vergés es el militante rebelde de Unió Democràtica. Fue expedientado por el partido de Josep Antoni Duran Lleida por escribir dos artículos en los que denunciaba corrupción, uno de ellos se titulaba Tangentópolis en Cataluña. "Desde entonces soy un expedientado congelado", afirma Vergés, quien advierte que no ha sido expulsado."Tuve que ir a estudiar a Cambridge porque el rector falangista de la Universidad de Barcelona, García-Valdecasas, padre de la actual delegada del Gobierno , me expulsó por defender la democracia. Ahora me expedientan por denunciar que hay corrupción en la política". Tras pasar por el Christ's College de Cambridge, Vergés se convirtió en doctor en Economía y es el actual secretario de la Sociedad Catalana de Economía, entidad dependiente del Instituto de Estudios Catalanes.

Vergés asegura que aprendió de los ingleses que hay que ser tenaz "y a pensar por uno mismo sin tener miedo a nada". El economista, de 53 años, hijo del editor de Josep Pla y fundador de la revista Destino, es autor del libro Corruptores y corruptos, en el que reivindica la olvidada Escuela de Salamanca del siglo XVI, "cuya disciplina obligaba a relacionar la ética con la economía y la política. Después la Inquisición inicia la leyenda negra de la inteligencia en España".

El rebelde militante de Unió afirma: "A veces los catalanes parece que tienen miedo hasta de ser catalanes". Así se expresa el perturbador del oasis catalán, como algunos definen el pulso social de esa autonomía tras los 20 años de gobierno de Jordi Pujol.

Vergés llegó a Unió "buscando un partido pequeño, sin ambición de cargo y con el ánimo de participar en la democracia". Encontró las puertas abiertas por haber sido fundador junto a otro anglófilo, Ramon Trias Fargas, de Esquerra Democràtica, partido hoy fusionado a Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). "Hoy, hasta los comunistas se proclaman liberales, pero con esto no basta; hay que ser ético. Creo que cometí un pequeño error al entrar en Unió".

Un buen día, Vergés, con su fama de enfant terrible a cuestas, descubrió que las aguas en el partido democristiano no bajaban todo lo claras que exigían las enseñanazas de la Escuela de Salamanca, y decidió rebelarse.

Le escribió a Duran; "tiempo perdido porque se limitó a decirme que creía en la honorabilidad de la gente del partido". Luego se dirigió a la consejera de Justicia, Núria de Gispert (también de Unió): "Me amenazó con poner límites a mi libertad de expresión". También informó a Jordi Pujol, presidente de la Generalitat: "Le he enviado cinco cartas desde abril, en la última -de finales de agosto- le informo de que unos 50 dirigentes de Unió tienen vínculos con empresas formadoras de parados que han recibido en varios años más de 9.000 millones de pesetas de las subvenciones que reparte el Departamento de Trabajo y cofinancia la Unión Europea". Un departamento que controla Unió desde 1980.

Poco después denunció lo mismo ante el Fondo Social Europeo y la Oficina de Lucha Antifraude (Olaf) de Bruselas. Vergés es, sencillamente, inasequible al desaliento, por lo menos cuando cree tener razón.

Las catilinarias o salmantinas de Vergés causaron su efecto: coincidiendo con ellas, Bruselas congeló temporalmente 10.000 millones de los destinados a Cataluña para subvencionar a los centros de formación de parados en 1998 y 1999. "¿Lo que no entiendo es por qué Europa puede reaccionar tan rápidamente y no lo ha hecho Pujol".

Josep C. Vergés se personó ayer ante la Fiscalía de Cataluña para depositar su denuncia. "Lo único que he hecho es seguir las indicaciones del propio Duran Lleida, quien el pasado viernes afirmó que si lo que yo denunciaba es cierto, me fuera a la fiscalía. Así lo he hecho, y además he adjuntado las cartas que antes envié a Pujol, Núria de Gispert, Duran Lleida y Joan Rigol ".

El economista Vergés ha combatido con fiereza uno de los proyectos más faraónicos del Gobierno catalán: el trasvase de agua del Ródano. Vergés defiende que no es necesario y que es una obra que sólo se justifica por el dinero que brinda a los constructores; al margen de su utilidad.

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