¿Ya no basta?
¿Seguiremos haciendo manifestaciones, manos blancas en alto, al ritmo al que nos asesinan? ¿Una vez más, las condolencias, el duelo y la ira para después afirmar la firmeza de nuestras posiciones, no nos moverán, aquí estamos? ¿Glosando la humanidad del último asesinado, una gran persona, muy querida por todos, como si eso significara algo? ¿Poniéndonos al frente de las manifestaciones para que éstas no se nos pongan de frente? ¿Aumentando las escoltas o incluso peleando entre nosotros porque ése la tiene y yo no, hasta que todos nos escoltemos a todos? ¿Defendiéndonos sin atacar? En una de las últimas manifestaciones, una pancarta decía simplemente: Ya no basta. Y me temo que, efectivamente, el basta ya empieza a no bastar y el Gobierno, y nosotros tras él, corremos el riesgo de enredarnos con nuestras palabras.Se afirma que el camino real para acabar con el terrorismo es la vía policial y de ningún modo la negociación política. Yo también lo creo; casi del todo. Pero la única acción que se percibe consiste en un airado discurso político. Cierto que la continuidad del PNV en el Gobierno de Euskadi no sólo muestra la parálisis de esa comunidad, incapaz de abordar la alternancia, sino que bloquea medidas imprescindibles para alcanzar la paz que exigirían una actuación enérgica desde Vitoria. Pero la Constitución y el Estatuto le permiten a Ibarretxe demorar la convocatoria hasta que los datos electorales le cuadren, y en todo caso los resultados pueden ser parecidos a los actuales. Por muy cierto que sea que el fin del terror no se debe condicionar a negociación alguna, también lo es que en Euskadi hay un problema político, una quiebra social que se agranda por momentos y una amplia minoría nacionalista. Y, si los resultados de las elecciones muestran un escenario similar al actual, derrotan la candidatura del ministro del Interior y hacen imprescindible al PNV, ¿seguiremos afirmando que el nacionalismo carece de legitimidad y que el problema de ETA es ése?
Por lo demás, si aceptamos lo que el presidente y su partido nos dicen a diario, a saber: que el PNV es aliado de HB y ésta lo es de ETA; que el Gobierno de Euskadi ha cambiado de bando, está traicionando a la Constitución y al Estatuto, frena a la policía vasca y azuza y financia los círculos de apoyo a ETA, ¿a que espera? Si el PNV incumple de modo flagrante sus deberes constitucionales es entonces el Gobierno el que debe asumirlos, y si no lo hace se encuentra en su misma situación: incumpliendo por abstención. Hay una incoherencia excesiva entre la dureza creciente de la retórica antinacionalista y lo escaso de las consecuencias que de ello se sacan.
Fue una situación similar a ésta, oleada de asesinatos e ira popular creciente, lo que llevó a otro Gobierno a pensar que el terrorismo de Estado podía ser una solución. Que no lo fue es evidente. Pero entre la hiperactividad neurótica (hagamos lo que sea) o la pasividad actual (esperemos) hay bastantes vías intermedias que, al parecer, no nos atrevemos a explorar. Recibo a diario no menos de dos o tres e-mail, de las más variadas procedencias, con fotos de etarras, empresas asociadas a HB, señas de supuestos militantes, etcétera. Hay una movilización popular en marcha que intenta compensar, como puede, el vacío de la acción política y que invita a una acción social y ciudadana de ataque contra el entorno de ETA por todos los medios legales existentes, y éstos no abarcan sólo la legislación penal (que, por supuesto, debe caer con todo rigor y, sobre todo, rapidez), sino otras muchas acciones legales y sociales. El Gobierno, conjuntamente con la oposición, debe tomar la iniciativa y tejer una red que, con el apoyo de todos los ciudadanos, ahogue ese mundo delirante en su propia casa y le haga la vida imposible. Cuenta para ello con el respaldo firme de la sociedad española y de la opinión pública internacional y dispone de instrumentos muy poderosos, todos los que le otorga el Estado. Debe asumir la iniciativa de utilizarlos. Mantenemos un discurso de tono alto y una acción de tono bajo. ¿No sería mejor al contrario?
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