Mercadillo de la Alameda
Han hecho público las intenciones de algunas personas del Ayuntamiento de acabar con el mercadillo de la Alameda, aprovechando la zozobra que ha creado el apuñalamiento del dueño de un bar en la zona. Parece que nadie se ha parado a pensar en las consecuencias de esta decisión. En el caso de que esta intentona tuviese éxito, acabarían con el corazón del casco antiguo y sus últimos barrios populares. Pero ¿para qué? ¿Para el provecho de quién? Seguramente no para el bien de los vecinos y vecinas actuales que disfrutamos de este espacio de encuentro y sociabilidad y, en consecuencia, tampoco en beneficio de la identidad misma de nuestro barrio. Parece más bien que el Ayuntamiento más bien sigue la máxima de "si quieres matar al perro, achácale la rabia". La dejadez de los gobiernos municipales no ha buscado otra cosa que el cansancio del vecindario por tanto abandono y que así perdamos la cabeza pidiendo "soluciones drásticas" que en realidad van en clara contradicción con nuestros intereses. Si el Ayuntamiento deja de podar los árboles y las ramas caen sobre los transeúntes, ¿se debe pedir que corten los árboles de raíz? Si hay muchos carteristas en la feria de Sevilla, ¿se debe pedir la prohibición de la feria?. Si se produce alguna estampida, ¿acaso se pide la prohibición de la Semana Santa? Entonces, ¿por qué se pide la prohibición del mercadillo de la Alameda?El mercadillo es parte de la vida popular de este barrio, un espacio de encuentro, intercambio y sociabilidad que disfrutamos muchos que vivimos en y fuera del barrio y que no queremos perderlo.- Rocío Pozo Haro. Sevilla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.