La televisión fija los estereotipos de los candidatos de ambos partidos
Nueve meses después de comenzada la carrera hacia la Casa Blanca en las primarias de New Hampshire, la relación de Al Gore y George Bush con la televisión ha fijado unos claros estereotipos de los dos candidatos.Gore tiene más experiencia y es más inteligente, pero también es, por frío, oportunista y pedante, menos agradable y digno de desconfianza; Bush es bisoño y simplón, tuvo una juventud un poco golfa, pero le gana a su rival en calor humano y transmite una mayor impresión de sinceridad.
Como en los concursos tipo Gran Hermano o Supervivientes, Gore y Bush han mostrado durante 9 meses que pueden mantener el tipo en comparecencias diarias en televisión, pero también han revelado sus debilidades. Cuando acudan a las urnas, los electores, la mayoría de los cuales sólo han sabido de ellos a través de la pequeña pantalla, serán conscientes de que Gore tiene tendencia a exagerar las cosas en provecho propio, como cuando se declaró inventor de Internet o afirmó que las medicinas de su suegra cuestan tres veces más que las de su perro. También sabrán que Bush se trabuca con las palabras y dependerá de sus consejeros si gobierna.
La televisión ha vuelto a marcar en estos comicios un récord de influencia. Gore y Bush no sólo han celebrado tres debates televisados y han programado sus mítines para que fueran recogidos en directo por los noticiarios de las cadenas, sino que han acudido a todo tipo de programas humorísticos y del corazón.
La clave de los resultados del martes, según Bob Wooward, el coautor de la investigación sobre el caso Watergate, será la siguiente: "Al elegir presidente, los norteamericanos están invitando a alguien a visitar todas las noches sus salones durante cuatro años, a través de la televisión. Ganará aquel con el que la gente se sienta más a gusto al verle en la pequeña pantalla".
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