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Entrevista:LA CRISIS DE ORIENTE PRÓXIMO

"No dialogaré con ningún rabino hasta que Jerusalén sea liberada"

EKRIMA SABRIGRAN MUFTÍ DE JERUSALÉN Y PALESTINA

Ekrima Sabri, el gran muftí de Jerusalén y Palestina, es, a sus 62 años, la autoridad religiosa musulmana más importante de la Ciudad Santa y de los territorios palestinos, incluida la Explanada de las Mezquitas, donde él tiene sus oficinas y que fue el punto de arranque de la actual Intifada. Este hombre, de firmes convicciones religiosas y políticas, amigo personal del presidente Yasir Arafat, es un combatiente infatigable que vive inmerso en los avatares diarios de la revuelta de las piedras y de su propia Intifada personal en contra de algunos rabinos judíos, que "han llamado incluso a destruir la mezquita del Aqsa y reconstruir en su lugar el Templo de David".La talla espiritual y política del Gran Muftí de Jerusalén, el jeque Ekrima Sabri, ha convertido algunas de sus fatuas-decretos religiosos, especialmente las vinculadas con el futuro Estado de Palestina, en una fuente de controversia con las autoridades de Israel; como ésa en la que se prohíbe a los refugiados palestinos recibir algún tipo de compensación económica a cambio de permanecer en el extranjero, o en la que veda a los musulmanes de Jerusalén Este vender sus propiedades a ciudadanos judíos.

Pregunta. ¿Qué justificación tiene esta revuelta palestina?

Respuesta. El pueblo está harto. La población ha estado esperando durante años. El proceso de paz no ha servido para nada. Durante este tiempo, la frustración se ha ido acumulando. Esto es lo que ha provocado la explosión de ahora, en las calles. Todos están hartos. No pueden ya soportarlo más. No han podido esperar más.

P. El Gobierno de Israel insiste en asegurar que estoes una guerra. ¿Está usted de acuerdo?

R. Esto no es una guerra; es una Intifada. ¿Cómo se puede considerar esto una guerra cuando lo único que hay son jóvenes enfrentándose con piedras y palos a las metralletas israelíes? De ninguna manera esto es una guerra. Lo que la gente quiere es que Israel se retire de los territorios ocupados. Nada más. Lo único que quiere la población es ser libre, recuperar su libertad.

P. ¿Confía en que esto pueda acabar en la mesa de negociaciones?

R. No le puedo dar una respuesta clara. Me veo incapaz de predecir lo que pasará. Es algo misterioso. Tal y como están planteadas las cosas, la situación puede empeorar, pero tampoco descarto que mejore. Nadie sabe con ciencia cierta lo que va a pasar. Todas las posibilidades permanecen abiertas, incluso una guerra formal. Todo depende de cómo evolucionen las cosas en los próximos días. Serán días decisivos. En cualquier caso, le aseguro una cosa: si acaba habiendo una guerra en el sentido estricto, el único culpable de ella será Israel. Ellos la habrán empezado. No se nos puede culpar a nosotros de ninguna manera.

P. ¿Realmente teme que pueda la situación degenerar en una guerra abierta, en el sentido más clásico de la palabra?

R. El primer ministro israelí, Ehud Barak, no ha abandonado la idea de formar un Gobierno de unidad nacional. Si lo forma, entonces sí que habrá una guerra, se lo aseguro. No será precisamente una guerra contra los palestinos, sino contra Líbano o Siria.

P. ¿Acepta usted una negociación con Israel para poner fin al conflicto?

R. Claro que aceptaría una negociación, en la mesa. Siempre es mejor que la guerra. Nadie lo pone en duda. Pero siempre y cuando el objetivo de esta negociación sea la retirada definitiva de Israel de los territorios palestinos, ocupados desde 1967. Y eso incluye Jerusalén Este. Éstas son las dos condiciones para aceptar unas negociaciones de paz con los israelíes. Si las negociaciones no tienen en cuenta estas dos premisas, no servirán nunca para nada. No podrá haber paz.

P. ¿Para usted aún están vigentes los acuerdos de Oslo?

R. Los acuerdos de Oslo están acabados. Ya no existen. Los chicos con sus piedras han dado por acabados todos los acuerdos de Oslo. Ahora quieren una cosa clara y tajante, que los israelíes se vayan definitivamente y de una vez de Cisjordania y Gaza y nos devuelvan Jerusalén. La clave es que Israel acepte aplicar las resoluciones impuestas por la ONU, que le ordenó abandonar las tierras ocupadas en una guerra, y que permita al mismo tiempo el retorno a los refugiados.

P. ¿Y con los rabinos judíos, cree usted en un diálogo con ellos?

R. No dialogaré con ningún rabino hasta que Jerusalén Este sea liberada. Estoy seguro de que si lo hiciera lo utilizarían para su propia propaganda y beneficio a través de los medios de comunicación. Nunca les voy a dar a los rabinos esa oportunidad.

P. ¿Tan mal se lleva con los grandes rabinos de Jerusalén?

R. Hay rabinos que se han convertido en los primeros enemigos de los árabes y musulmanes. Su obsesión es tal que están creando problemas permanentemente a nuestra comunidad. Yo no estoy contra el judaísmo como religión, pero sí contra ciertos rabinos, que han llamado incluso a destruir la mezquita del Aqsa y reconstruir en su lugar el Templo de David. ¿Cómo cree usted que puedo sentarme junto a esta gente?

P. Como líder religioso de Jerusalén, ¿no le preocupa el uso abusivo que se está haciendo en esta Intifada de los niños palestinos, provocando así su muerte?

R. Nadie lleva a tirar o pide a los niños que tiren piedras contra los soldados israelíes. Nadie les obliga a ello. Nadie se lo ha pedido. Se lo puedo asegurar. Ellos van por su cuenta, por decisión propia. Ellos también están hartos del ocupante. Pero, además, en la Intifada no sólo hay niños. Las nuevas generaciones palestinas tienen mucho coraje. Son valientes. Los niños de la Intifada no tienen miedo ni a las balas ni a los cañones.

P. ¿Otro instrumento de combate en esta Intifada tan controvertido como la utilización de los niños es la de los comandos suicidas? ¿Existe, desde el punto de vista de su religión, una razón que justifique o apoye este tipo de acciones?

R. No existe una respuesta general. Depende de las personas. Si una persona interpreta que a través de su sacrificio personal sirve a los intereses de su país y sirve a su Dios, entonces le digo que es libre de actuar. El islam no puede ni negar ni aprobar estas actuaciones. De la misma manera que ni el Muftí ni el propio Arafat pueden aprobar ni prohibir las acciones de estos comandos suicidas.

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