La vuelta a escena de Revólver
Los músicos, como los toreros, nunca acaban de irse. Un anuncio de retirada, por eso, siempre lleva incorporada la incógnita de cuánto durará. La de Carlos Goñi, dueño y señor de Revólver, ha durado menos de tres años. En 1997 se despidió de sus fans en Valencia, ofreciendo un cálido concierto en el Palau de Congressos, el mismo recinto donde anoche certificó su regreso y hoy tiene previsto actuar por segunda vez si la bronquitis que se trajo puesta desde Madrid, y que le ha tenido encerrado en casa los últimos diez días, no se lo impide a última hora. "Ha sido la primera vez en mi vida que he suspendido algún concierto por enfermedad", se lamenta Goñi recordando que canceló dos actuaciones en Cataluña en las que iba a presentar Sur, el nuevo álbum de Revólver. Los amigos, confiesa, le dicen que "bastante suerte" ha tenido al no haber pasado, hasta ahora, por ese trance en los más de 20 años de carretera que comenzó en Alicante con una guitarra y una banda llamada Garaje.Ahora se cumplen tres años sin salir a escena y más tiempo sin grabar. "He descansado mucho, sobre todo por el hecho de no tener que subir a un escenario y de no tener compromisos a corto plazo", asegura el líder de Revólver. Pero, puntualiza, "he seguido escribiendo" hasta tener 30 canciones que le quemaban en las manos. El resultado ha sido Sur, un álbum que "ha venido a mí, ha salido sin yo pretenderlo". Se trata de su trabajo más atrevido en cuanto al contenido social de algunas letras que siguen la línea del anterior disco Calle Mayor y una clara preocupación, desde la misma dedicatoria, por los inmigrantes. El propio Goñi lo considera también más atrevido musicalmente que otros trabajos precedentes: "Nunca como ahora había trabajado con loops, con sintetizadores viejos y cosas así", compara su autor.
En medio de todo eso, hay un fado singular. "Es una mezcla de lo viejo y lo nuevo, que me ha costado muchos meses de trabajo". La mayor parte de la tarea se ha desarrollado en su propio estudio de grabación. Podría hablarse de una grabación doméstica, pero "hay que ver mi estudio para comprobar que de casero, nada".
Se trata de un equipo de primer orden, listo tanto para canalizar la música de Revólver como para dar salida a los productos del sello Nena Records que Goñi ha creado en medio de su trienio sabático. Esta nueva compañía indepediente le ha servido para satisfacer una deuda con su ciudad adoptiva, Valencia, y los grupos que hirvieron en la capital a lo largo de los 80 y para buscar nuevos valores en la escena local.
"Me apetece más que crezca el sello que crecer yo como músico por ahí", afirma. Empresario debutante, no por ello deja de ser músico: "Gracias a Dios", exclama, "no puedo evitarlo y si me llega un grupo con un presupuesto limitado, no se va de aquí hasta que acabe, porque sé lo que es salir de un estudio sin rematar un trabajo por falta de pasta". La consecuencia, aventura con ironía, es que el estudio puede convertirse "en una máquina de perder dinero".
Y ahora, de nuevo en la carretera. "Ir de gira es como el comienzo de unas vacaciones para mí", reconoce ahora Carlos Goñi. También sobre el escenario han cambiado algunas cosas, puesto que Revólver ha sido renovado en un 75% de sus efectivos. Prácticamente, todos sus miembros son de la zona valenciana, a diferencia de lo que sucedía antes. "Estaba un poco cansado de trabajar con gente de fuera", comenta.
Por otro lado, ha dejado los teclados en un segundo plano y ha primado las guitarras. Hasta tres guitarras pueden verse ahora en primera línea en los conciertos de Revólver. En cuanto a las canciones, Goñi se muestra satisfecho de recuperar para el directo canciones que como Días de vino y rosas, "llevaba ocho años sin tocar" o que, como Ángeles de alas sucias, se ha quedado sin grabar a pesar de ser bien conocida por esos fans que ayer abarrotaban el Palacio de Congresos de Valencia.
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