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Inspección férrea para adolescentes

En la puerta de la discoteca Pachá, en la plaza de Barceló, se agolpan cientos de jóvenes cada noche de viernes o de sábado en la denominada sesión-adolescente (de ocho de la tarde a 22.30). Los muchachos deben superar la prueba de la marca -vestir ropa de alguna reconocida marca- para entrar en la sala. Muchos no lo consiguen y se quedan en la calle, mirando con resignación a los privilegiados que sí logran pasar el filtro de los porteros. Y eso, lógicamente, sitúa al "usuario en condiciones de inferioridad, indefensión o agravio comparativo", cosa que prohíbe la ley."Ésta es una discoteca elitista. Muy pija, vamos. Aquí no puede entrar cualquiera. Sólo se permite el paso a chicos y chicas de una determinada clase, de la clase alta". Así de claro lo dejó una empleada de 25 años de esta discoteca, que, con sonrisa de anuncio de televisión, pelo largo, liso, moreno, y vestida a la última, regulaba la entrada el pasado viernes. "Normalmente, con zapatillas de deporte no entras, a no ser que sean las más fashion del momento. Pero lo habitual es que sólo permitan el paso a aquellos que lleven náuticos o botas", explicó.

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La mayoría de las discotecas impide la entrada a quienes llevan ropa y calzado deportivo

En cuanto al resto de la vestimenta, la joven indicó que, para que los porteros permitan que los clientes crucen la puerta de la discoteca, es preferible que lleven camisas de marca o polos con el símbolo del cocodrilo -"aunque ya está un poco pasado"- o de un jugador de polo que golpea la pelota, y pantalones Dockers. Los jóvenes que salían a las once de la noche del viernes de Pachá cumplían con el uniforme, aunque llevaban la camisa por fuera del pantalón. "Es la moda", se disculpaban.

¿Cómo tienen que vestir las chicas? "De manera normal, correcta, también con ropa buena, de marca. Tienen que ir monas", aclaró la empleada de la sala. Y lo iban. Con pantalón o falda, botas o zapatos, la mayoría de las chicas que salían del local la noche del viernes parecía que acababan de salir de casa. Su maquillaje seguía intacto, cada pelo en su sitio, sin carreras en las medias, la ropa perfecta...

Los requisitos de entrada al local son más flexibles en la sesión de madrugada. "El público es más variado y los porteros no son tan rígidos; permiten la entrada de todo tipo de gente, o casi todo tipo de gente", comentó la empleada.

En la puerta de Pachá no había carteles en el que se indicara el tipo de ropa que hay que vestir para dar el nivel exigido y entrar en la sala. Ése es un código no escrito que aplican los porteros.

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