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Los modelos de elección, planes y fondos

El pasado abril se celebró en Madrid la I Conferencia Internacional de Fondos de Pensiones, a la que asistieron 70 delegados, pertenecientes a más de 40 países. Durante la conferencia se hizo un profundo análisis de los sistemas de pensiones en los principales países del mundo y se acordó crear una Asociación Mundial de Pensiones -World Pension Association (WPA)-, con sede en Madrid.El esquema conceptual de prestaciones sociales y particularmente de pensiones se basa en la teoría de los tres pilares o de los tres niveles de prestaciones (Código de Lovaina):

- Un primer nivel básico, que es universal y cubre a toda la población, independientemente de que haya o no aportado cotizaciones a una cobertura de prestaciones. En todos los Estados, el principio de solidaridad social implica la necesidad de cubrir a toda la población con respecto a unas necesidades o atenciones indispensables, cualquiera que sea el pasado de las personas que tengan que acceder a esa prestación.

- El segundo nivel, llamado profesional, consiste básicamente en aportaciones de empresas, trabajadores y autónomos, que deriva en unas prestaciones a las personas que han desempeñado una actividad empresarial, laboral o profesional.

- Y el tercer nivel, facultativo y libre, es el que cada persona, cubierta o no por el segundo nivel, puede crearse, separada e individualmente, de acuerdo con sus necesidades.

Éste es el modelo conceptual, y parece que sobre él no hay ninguna discusión. Por tanto, procede pasar a la aplicación práctica de ese modelo conceptual o lo que cabría denominar modelos de elección aplicados en los distintos países.

Analizando la experiencia internacional, en la parte inferior del cuadro anexo se incluyen cuatro grandes grupos de países con distintos modelos prácticos de aplicación del esquema antes mencionado. En la primera columna aparecen los países de América y Extremo Oriente.

América. En Estados Unidos y Canadá, el sistema de pensiones se basa en un mecanismo de solidaridad pura; es decir, lo que hacen los Estados en este caso es cubrir solamente los supuestos de necesidad y el resto corresponde a la iniciativa privada (sea por la vía de las empresas, sea por la vía de las aportaciones individuales a sistemas de pensiones). Es, por tanto, un enfoque absolutamente individual y voluntario, que no excluye una fuerte base de solidaridad.

En los países del centro y sur de América, la experiencia probablemente más novedosa fue el caso de Chile en 1981, que implicó una absoluta revolución, en el sentido de eliminar totalmente el esquema público de prestaciones basado en el sistema de reparto y lo transformó en privado, obligatorio y de capitalización.

Hay que señalar que es muy difícil que ese modelo se pueda trasladar sin matices a Europa, dado que la estructura actual y futura de la población refleja un envejecimiento progresivo de la misma frente a poblaciones mucho más jóvenes, como es común en los países en vías de desarrollo.

En todo caso, los principales países americanos, como Argentina, Colombia, Venezuela, Bolivia, México, Brasil y Perú, han incorporado este modelo total o parcialmente y es el que se implantará definitivamente en toda esta área geográfica.

Extremo Oriente. Hay que hacer algunos comentarios sobre los esquemas de Japón y Nueva Zelanda: Japón tiene un sistema bastante parecido al de Estados Unidos y Nueva Zelanda ha planteado un sistema original, inspirado en el ejemplo inglés, que, sin embargo, no procede analizar en profundidad,

Europa. Es la cuna del Estado de bienestar, que tiene su origen en el sistema de Seguridad Social creado por Bismarck en el siglo XIX, y su base, en la economía social de mercado, término acuñado por otro alemán, el democristiano canciller y antes ministro de Economía Ludwig Erhard, padre del llamado "milagro alemán".

Sin embargo, las circunstancias actuales no son las mismas de hace medio siglo, y lo serán menos en las próximas décadas, y por ello conviven ahora en Europa diversos modelos de sistemas de pensiones, unos más evolucionados que otros, o más o menos adaptados a ese futuro. Básicamente son tres diferentes enfoques o estadios de desarrollo, que se resumen a continuación.

En la segunda columna del cuadro aparecen los países que tienen un régimen en el que el peso de la libertad es mayor. La solidaridad se mantiene en la base, pero el régimen se orienta hacia una mayor capacidad de libre elección por parte de las personas (sea directamente o sea a través de sus empresas), como es el caso de Gran Bretaña, Suiza, Holanda, Irlanda, Dinamarca y Suecia, países en los cuales existe un sistema universal de prestaciones, cubiertas por los Presupuestos del Estado, y un sistema profesional obligatorio generalizado, pero al mismo tiempo de gestión privada basada en la capitalización o con capacidad de elección entre el sistema público y el sistema privado (y no son las empresas, sino los propios trabajadores los que eligen cuál es el sistema que les parece más adecuado).

Debe destacarse la reciente reforma del sistema de pensiones en Suecia, país que ha iniciado el tránsito a un sistema mixto, capitalizando obligatoriamente parte del sistema de reparto mediante cuentas individuales de los trabajadores. Así, del total de aportaciones al sistema de reparto (18,5% del salario), 2,5 puntos porcentuales se destinan ya a una cuenta individual del trabajador, manteniendo el 16% restante de las aportaciones en el sistema de reparto.

También conviene señalar la reforma radical en los sistemas de pensiones en los principales países de Europa del Este: Polonia, Hungría, República Checa y Bulgaria. En estos países, el sistema de reparto ha sido sustituido por un sistema de capitalización obligatorio, de gestión privada y basado en cuentas individuales de los trabajadores, siguiendo el modelo iniciado en Chile hace ya casi veinte años. Otros países de esta área geográfica (Croacia, Estonia, Lituania, Rumania y Eslovaquia) están iniciando los estudios para reformar radicalmente también su sistema de reparto.

En el extremo contrario (columna cuarta) están tres países de la Unión Europea. Son tres países latinos -Italia, Portugal y Grecia- donde existe el esquema inverso. En estos países, prácticamente la totalidad de las prestaciones dependen del sector público, a través de un sistema de reparto, aunque recientemente han establecido una regulación de planes de pensiones privados que pueden tener un rápido desarrollo.

Y en el terreno intermedio están las experiencias de Alemania, Francia, Noruega y progresivamente de Bélgica y España, donde convive un sistema obligatorio público, con una parte sustancial de gestión privada de esa parte pública obligatoria (como es el caso francés), o que, partiendo de un esquema parecido al de los países latinos antes mencionados, se van orientando progresivamente hacia un esquema intermedio, de carácter mixto. Destaca al respecto la profunda reforma que ha abordado el Gobierno socialdemócrata alemán, que ha optado decididamente por este sistema mixto.

Por lo que respecta a España, sería poco realista plantearse inmediatamente un esquema de cobertura de pensiones parecido a los que se han analizado anteriormente en Estados Unidos, Canadá, Suramérica o el área asiática. Tendríamos que ir a unos esquemas más próximos a los que integran la experiencia europea, en especial de los países mencionados en el primer grupo (Gran Bretaña, Suiza, Holanda, Irlanda, Dinamarca y Suecia), ya que los más importantes del segundo y tercero (Alemania, Francia e Italia) tienen una situación grave, que les está obligando a tomar medidas rigurosas para reequilibrar sus sistemas de pensiones. Lo más realista es confluir a medio plazo en un sistema mixto, en el que reparto y capitalización representen cada uno alrededor del 50% del sistema, para terminar a largo plazo en un esquema de capitalización total.

En todo supuesto, cabe concluir señalando que el mecanismo de progresiva transformación y adaptación del sistema a los nuevos tiempos, previsiblemente, no se hará bruscamente, sino de manera progresiva y lenta y, desde luego, con el previo consenso de los agentes económicos y sociales, y, en último término, de la sociedad española, para lo que hace falta crear la concienciación oportuna.

En esta línea destacan las medidas adoptadas por el Gobierno y el Parlamento tendentes a potenciar los sistemas complementarios de pensiones, especialmente el sistema de empleo, exigiendo la exteriorización de los compromisos por pensiones y ampliando los límites de aportación a planes de pensiones de los colectivos menos favorecidos, tales como los trabajadores de más edad, los cónyuges carentes de rentas o con rentas bajas y los minusválidos. También hay que elogiar y apoyar la actitud de los sindicatos y organizaciones empresariales, que pretenden impulsar la asunción de nuevos compromisos de pensiones a través de la negociación colectiva, lo que permitiría conciliar la moderación salarial y el control de la inflación con la existencia de un salario diferido que se percibirá en forma de pensión complementaria.

Mariano Rabadán Forniés es presidente de la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco), vicepresidente de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP), miembro del comité ejecutivo de la Federación Europea de Fondos de Pensiones (EFRP) y de la World Pension Association (WPA).

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